VALENTINA PAVÉZ, BAILARINA, ENTREVISTADA EN REVISTA LA NOCHE 123 FEBRERO



“CUANDO NO ENCUENTRAS
HAY QUE SEGUIR BUSCANDO. ES INFINITO”

Por Incasmos

Una conversación que parte con la idea de hacer un perfil de Valentina, fue desentramando las evidencia del difícil medio de la danza, que si bien se imparte en muchas universidades, son pocos los lugares donde se puede desarrollar al nivel del Teatro Municipal, el Bafona y el Banch, por tanto no queda muy claro su campo laboral. Tampoco existen políticas culturales fuertes que apoyen a las compañías independientes, que se van formando y que están aportando arte en Chile, muchas de ellas en extinción. Espacio que va desde lo académico hasta la industria del espectáculo. Y que afecta a todo el mundo del arte, que vive tiempos de incertidumbre, porque se intuyen cambios, pero no se sabe qué cambios, hacia dónde van y cómo insertarse en esos cambios. La pregunta es, en qué están las compañías y cómo se instalan desde lo autoral, si bien sosteniendo repertorios emblemáticos o cambiando sus estilos.

LO IDENTITARIO DE SU MADRE GABRIELA PIZARRO

La gran influencia de Valentina fue el trabajo de su madre folclorista y recopiladora, que en el transitar por los campos y los escenarios, ella siempre acompañó, bailando folclor, cuecas y distintas danzas tradicionales. Desplegando toda su energía juvenil como una forma de canalizar sus inquietudes, descubriendo la danza desde una espiritualidad corporal y recorriendo un camino propio, cuenta: “Nunca sentí imposición, todo lo contrario, cuando tuve claridad con mi danza ella me invitó a hacer lo mío, siempre con la sabiduría de que estaba absorbiendo algo valioso de primera mano”. De hecho Valentina fue ayudante en las clases de folclor de su madre en la formación de bailarines, cuando el Centro de Danza Espiral en 1997 se fusiona con la Academia de Humanismo Cristiano, creando la carrera de danza.
– ¿Cuál fue tu giro diferenciador?
- Tiempo después, cuando trabajo con el coreógrafo Rodrigo Fernández, mi marido y profesor de danza de la U. de Chile y la Uniacc. Con él creamos la Compañía de Danza En Cruz hace 23 años, luego de vivir en México, país que valoró nuestro trabajo y conocimiento como un aporte al desarrollo de la danza en México. Motivamos la investigación del libro Pensamiento y acción, método Leeder de la escuela alemana y fue un lugar que por su ámbito cultural, nos acogió. Una vez en Chile, trabajamos en la Discotheque Oz, de Alejandro Tonda, permitiéndonos presentaciones de danza que irrumpían, dando paso a performances muy voladas que empezamos a crear interviniendo espacios y creando nuevos lenguajes.
– ¿Danza contemporánea?
- Sí, absolutamente surrealistas, trabajos que preparábamos usando escaleras y altillos.
– ¿Cómo te manejabas entre lo contemporáneo y lo folk?
- La propia escena te invita al lenguaje, con muchas posibilidades.
– ¿En la danza los bailarines deben estar preparados para enfrentar todos los géneros y escenarios?
- Hay distintas visiones, para un bailarín es bueno pasar por todas las experiencias. Es imposible profundizar en todo. Te formas con un eje central sólido, que manejas y desde ahí te proporciona elementos para entender una diversidad que puede ir apareciendo en el camino.
– ¿Cuál es ese eje?
- Lo que aprendí de Joan Turner y Patricio Bunster, que es la metodología Jooss, Leeder, Turner (Joan Jara): un conocimiento estético, filosófico y corporal. Estudio acabado sobre una visión de la creación y la composición, así como los elementos que componen la danza, la eukinética, la coréutica y el análisis del movimiento. Conocimiento que asimilas artísticamente y reconstruyes para reajustar de otra manera, surgiendo la necesidad de otros lenguajes, otras estéticas y aprendizajes. A este eje se suma el conocimiento de vida recibido por mis padres Héctor Pavéz y Gabriela Pizarro, en la escuela de mi casa. Todo esto que habita en mí, se alimenta de otros estímulos también, pero no me transformo en algo que no soy, mantengo siempre mi sello propio.
– ¿De dónde viene y cómo pasa por ti esa energía que transformas en mensaje expresivo?
- Es una necesidad de vivir, querer decir y ser parte de algo, también es una responsabilidad que comunico con las tradiciones, con estímulos de este mundo o temáticas de género.
– Tu madre vivió un tiempo idealista de transformación social. ¿Tu discurso es nuevo o se mantiene inmutable?
- Trabajo para que la gente se nutra de belleza y conecte con cosas que le hagan sentido, genero cuestionamientos para que sean mejores personas. Hoy se usa el conversatorio, donde puedes recoger opiniones. En las giras por Chile la gente se manifiesta a todo nivel, algunos se emocionan y eso nos da esperanza para seguir. No digo a priori “voy a crear”, intervengo el espacio porque necesito hacerlo y en ese trabajar siempre hay esperanza.
– ¿Buscas... o encontraste un sentido a tu trabajo?
- Cuando no encuentras hay que seguir buscando. Es infinito. La esperanza que produce la creación, que es una parte tuya y que instalas para seguir avanzando, es un camino de búsqueda. Para eso es muy importante el tema que has desarrollando durante la vida, ejerciendo acciones persistentes dentro de tu propio tema, una consecuencia creativa, un hilo conductor indagador y ese camino también es esperanza.
– La esperanza cambió, hoy se tienen grandes expectativas de desarrollo, así como una oferta cultural y creativa amplia.
- Sí, pero está desequilibrada. El panorama es simultáneo, saturado de posibilidades y sin equidad.
– ¿Te refieres a la fragmentación de nicho que nos tiene separados, viviendo en la ley de la selva del más fuerte?
- Ojo, que los que pierden crean un submundo, un subterráneo creativo latente, que empuja lo contemporáneo y ese lugar es interesante a pesar de que no da para vivir. Para eso hay que crear otros ingresos, que sostengan ese lugar y a la vez estar en el sistema, aunque trabajes con contradicciones, porque tienes que solventar los costos de la vida.
– ¿El hacer sin dinero, que el Estado celebra, no será un valor positivo de nuestra cultura donde el artista es indiferente a los fondos y a las políticas culturales?
- Con políticas mal gestionadas, la tendencia es a quedarnos solos y hacer lo que puedes con tu propio emprendimiento. Eso nos tiene atomizados, trabajando y proyectando giras en grupos pequeños. Cuando analizas esta situación te vas para adentro. Yo me aferro a la danza y a mis ancestros, manteniendo la identidad, para estar claros y sólidos en una pertenencia. Un lugar que siempre es importante revisar, para no irse en el voladero de luces del sistema, tocando y retroalimentando siempre tu raíz, porque esa es tu propia característica.
– ¿La cultura debe ser apoyada como legado para que otros la continúen?
- Justamente. Mi madre siempre citó el fenómeno de la globalización, donde el papel del Estado fuese haciéndose cargo de desarrollar un canal que fortalezca la identidad, para que la globalización no arrase con nuestra cultura y no hablaba solo de la tradición folclórica, sino del lugar humano que muestra su hacer y sus características.
– Con la globalización adquiere valor lo local, ¿seremos más un producto cultural de exportación que de mercado interno?
- Hace un tiempo monté un trabajo coreográfico con el Banch, llamado Raíces del cuerpo y la observación de mis pares fue que era muy folclórico, casi como una descalificación. Estamos lejos de entender que eso tiene un gran valor. Lo cultural identitario va con uno y se debe hacer sin miedo.


CON RODRIGO FERNÁNDEZ Y LA COMPAÑÍA DANZA EN CRUZ

Su núcleo creativo que pasó por una extraordinaria experiencia de reconocimiento en México, los motiva a crear la compañía el 94, creciendo a veinte personas. Nace de un dúo coreográfico creado por Rodrigo llamado En cruz, montado para varias compañías, entre ellas el Banch. Muchos de los conceptos nacen del devenir de una trayectoria de trabajo que los fue consolidando como compañía de danza independiente. Cuenta Rodrigo: “Partimos como un laboratorio en México, a lo cual se sumó la herencia identitaria familiar de Valentina, que fuimos extrapolando a lo contemporáneo”. Aquí se mezclaron las abstracciones de Rodrigo, con lo terrenal de Valentina, cuenta ella: “Se creó una simbiosis, un diálogo, donde esa dualidad por mi parte se orientó a la raíz identitaria y Rodrigo a la abstracción, yo como intérprete y él como coreógrafo”. Entre sus obras destacan: Santa Fiesta, 1994, México; Trilogía de Romances, 1998, Chile; Lapsos Vitales, 2000, Chile, con Rodrigo como coreógrafo; Raíces del Cuerpo, 2005, Chile; Matadero Alma, con Patricio Pimienta, 2006, Chile; El Salón, 2016, Sala Arrau del Teatro Municipal, Chile, con música en vivo.
– ¿Qué valor le asignan a la música en vivo en los montajes?
- Rodrigo: Es un plus, una característica nuestra, como en Santa Fiesta y El Salón. Siempre con música en vivo como en nuestras clases.
- Valentina: Obras de gran formato con muchos bailarines en escena. Con buena recepción del público y nominadas a cuatro Altazor, algo interesante porque eso lo postulan tus propios pares.
– ¿Independientes y respondiendo a una libertad creativa?
- Valentina: Sí. De composición y experimentación. Un espacio de training abierto y creativo, que siempre impulsamos en la primera parte de los ensayos, donde se interactúa entre bailarines.
- Rodrigo: También propiciamos que los integrantes se desarrollen como coreógrafos. Como somos del mundo de la interpretación y no de la pedagogía, tenemos una mirada diferente. Como nuestra formación está basada en la experiencia y la interpretación inteligente, reflexiva, usamos múltiples herramientas.
– ¿Creen que la danza va un paso más adelante?
- Rodrigo: Sí, en muchos temas buscamos reflexionar. Ahora, cómo lo procesa un creador y cómo envía ese mensaje es lo interesante, sin caer en lo hermético, porque le hace un flaco favor a la danza.
– ¿Qué acción actual y pertinente tiene el arte y la danza?
- Rodrigo: Está marcado por los derechos humanos, por lo ritual, la identidad cultural ancestral, las líneas de experimentación, de investigación y la identidad de género.

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