ENTREVISTA EXCLUSIVA A LAURA PIZARRO Y JUAN CARLOS ZAGAL EN LA NOCHE 127


DIRECTORES DE TEATROCINEMA

PLATA QUEMADA
(La obra se presenta hasta el domingo 28 de Julio / 20.30 hrs. / Aldea del Encuentro / Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 9750 / La Reina Alta)

Por Isis Kraushaar & Jaime Piña

La historia montada por Teatrocinema está basada en hechos reales ocurridos en 1965 en la provincia de Buenos Aires, escrita por Ricardo Piglia, es el retrato de una sociedad que sigue vigente: políticos, policías y maleantes se coluden para efectuar un asalto que sale mal. La búsqueda de la libertad simbolizada en la metafísica del dinero les pone una trampa mortal, en una poética que no simula la muerte en vida, vemos a una sociedad acorralada por el espejismo del papel moneda, cuenta Laura Pizarro: “La obra es contingente y necesaria, devela la trama donde se ha construido nuestra sociedad, mal estructurada desde el comienzo”. Los personajes representan a delincuentes argentinos, que se ven íntegros y seguros de sí mismos, transmitiendo en los momentos más agobiantes, que ellos, como ladrones, son los héroes y la policía corrupta y decadente la amenaza valórica, comenta Juan Carlos Zagal: “Nos interesa el distanciamiento en el sentido brechtiano, como lugar ficticio y lejano, por tanto te distancias y dices, ese no soy yo. A uno le inculcaron que la policía está para proteger, duerme tranquilo dice la canción de los pacos, sin preocuparte del bandolero, pero esos valores se han invertido últimamente, cuando a las tres de la mañana alguien pateaba tu puerta, eran precisamente estas fuerzas del orden las que venían a arrancarte la vida. Aprendes que la policía no está para proteger el orden, sino para proteger la propiedad privada de los dueños del país”.


– ¿La última obra señala una trayectoria hacia delante, en ese desplazarse creen que hay que estar vulnerables a lo que la vida les va ofreciendo? ¿Cómo se enfrentan al futuro con una sensibilidad abierta para que las cosas les sucedan?
– Laura: Eso depende si uno se lo plantea así, no creo que todos partamos desde ahí, hablando de la vulnerabilidad, hay que aprender a ser vulnerables, porque uno es hijo del rigor, por tanto existe una autoexigencia constante, permitirse ser vulnerables, respecto a cómo tú te desarrollas y das espacio a eso, lo puedes catalogar de debilidad, a veces hay algunos que somos furiosos ante la debilidad, pero es un proceso aprender que uno es vulnerable y a vivir sin certezas. Si lo llevamos al plano de nuestra búsqueda de lenguaje, nunca hay una receta o cómo se hace algo, ha habido herramientas que se han ido descubriendo y puedes manejar, pero no está la certeza.
Juan Carlos: En todas nuestras obras, en dramaturgia, creación y en la misma puesta en escena, cuando ensayamos, un concepto que lo marca todo es el caos. Que toda planificación será transformada por todas las variable humanas, políticas, sociales, del día, algo que se cayó ahí y generó un pensamiento en mí y empieza una asociación libre de ideas que produce el caos. En ese sentido puede haber un destino, pero estas fuerzas que interactúan en uno, lo aplicamos en la creación, de hecho hay un personaje en la obra que dice: “me pone nervioso el día anterior, alguien le comenta, hermanito tenemos todo bajo control”, y eso es porque no tiene idea dónde está parado y que no hay nada controlado, pero creemos que sí y que todo va a estar influido por esas fuerzas que van a actuar en el presente y en el minuto.

– ¿Dejamos la vida fluir o buscamos el control?
– Laura: Tiene que ver con una madurez distinta, dejar de controlar, por eso la autoexigencia. De joven uno partió así, dejándose fluir y después dices, quiero hacer esto en mi vida y permitirse ese dejo de control tiene que ver con la madurez y no tiene que ver con que nos controlan, porque uno ha tratado de estar consciente de todo aquello para no sumirse en ese control y construir un pensamiento libre.

– ¿En el teatro hay que manejar las variables del caos sin dejar nada al azar y tener un diseño controlado?
– Juan Carlos: Hay un principio donde no hay control y uno trata de encausar ese río, pero el río está, la cosa es detenerse y saber que eso vendrá a ti y que tu mente es como el universo, hay un Big bang en cada obra que hacemos, que genera una expansión de más ideas, imágenes, visiones, más emociones y la mayoría se escapan, porque no puedes retener todo, el fenómeno del trabajo del actor de repetir lo mismo, es tratar de redescubrir esa luz que vio, hasta que esa energía se manifiesta. Pero hay un momento donde la obra hay que cerrarla y se forma un planeta.

– ¿Creen que hay que deconstruir en la mente cómo nos educaron con respecto al dinero?
– Juan Carlos: El teatro y la creación es un camino, en nuestro teatro hemos ido aterrizando que el lenguaje se desarrolla no en base a grandes ideas, sino a un trabajo sostenido en el tiempo, colectivo, que nos permite irnos despojando de cosas que hablan de la teatralidad y nosotros decimos, la teatralidad no existe, es como el dinero que es una invención, en el teatro nos dijeron que se hacía de una manera, que había que meter un living o unos paneles dentro las cuatro paredes del teatro y nosotros dijimos que eso no existe, ¿por qué nos ponemos cuatro paredes?, cuando la mente es súper amplia, estamos detrás de una cámara, cambiamos tiempo espacio, que el cine y la literatura logran muy bien y el teatro siempre está circunscrito a un espacio negro donde el actor declama y nosotros dijimos, ¿eso es teatro? Si la palabra teatro significa lo que tú ves, lo que se ve. Nosotros trabajamos en base a eso, hay dos herramientas que son súper importantes para el teatro, que son tus ojos, si tú no ves nada, para mí no hay teatro, si tú escuchas es literatura, cuento oral, etcétera, el teatro implica la oralidad y todo un imaginario, pero los ojos tienen que ver, ya sea el desplazamiento del actor y qué acciones hace ese actor para influir. Entonces, ahí hay una deconstrucción tremenda, porque tenemos que dejar atrás todo, entre comillas, el deber, el cómo se hace el teatro, para indagar y decir que somos exploradores de lugares que no son conocidos y así hay miles de actores y creadores en el mundo y esos nos han dado pequeños chispazos para avanzar.


– ¿Eligen esta obra por vivir un momento determinado de sus vidas?
– Laura: En el trascurso de todas las obras que hemos hecho, se parte con la hoja en blanco y conectas con lo que estás viviendo, lo que percibes o se está moviendo en tu cabeza y de repente encuentras algo que te está interpretando y es ahí donde te abocas a trabajar, desmenuzándolo, adaptándolo y todo el proceso que hay entre medio.

– ¿Y el punto de inflexión o qué elementos se van mostrando para que digas, ya ahora vamos, nos lanzamos con la obra?
– Laura: Es como un iceberg, lo mismo siendo actor, vas descubriendo cada vez más cosas, contenido, pero es por estar en ese lugar escarbando en lo mismo, se amplía hacia otros lugares, en ese sentido puede ser una pirámide.
– Juan Carlos: Está el elemento de la sincronía donde se aglutinan elementos y cosas ante una idea, subdividiéndose en muchas otras y empieza a ser una célula, lo que va generando algo, pero uno lo impulsa. Si vuelvo al caos, se abre como las ramas de un árbol, o un laberinto o un río que avanza, que tiende a hacer su camino, a veces pareciera que estamos retrocediendo pero estamos avanzando, serpenteando. Ahí decimos con Laura, tenemos que estar atentos, porque a veces entre sueñas o imaginas o alguien te cuenta algo, depende si estás muy atento a ese momento, ese presente aquí y ahora, es que puedes tomar eso y unirlo con esto otro, ese es el acto poético que intentamos hacer con nuestro teatro, la poesía de la acción que llamamos nosotros, cómo elementos que no tienen nada que ver entre sí, encontramos el punto conductor que los une y empieza a tener un significado nuevo y que no viene de un punto exacto la inspiración ni nada, sino del trabajo del pirquinero, de insistir hasta que se rompe. Los artistas siempre trabajamos con la intuición, puedes entrever, le digo a los actores que nada de lo que se diga en este ensayo va a pasar desapercibido, todo se usa y queda latente para ser utilizado, la cosa es cómo uno lee en el firmamento para construir algo.

– Es bien neuronal y orgánico, cuando construyes un pensamiento se unen unas con otras las neuronas. En ese proceso de ideas se construye un universo ¿ustedes deciden todo?
– Juan Carlos: Es muy colectivo, pero existe el momento donde hay que decidir, aunque hay momentos donde estamos perdidos, eso no nos inhibe ni nos paraliza, nos atemoriza evidentemente y cuando digo, nos vamos a detener a pensar, se subentiende que nadie tiene idea dónde estamos parado y lentamente empieza a haber una dirección alimentada por lo colectivo y en ese sentido alguien tiene que decir, para allá vamos.
– Laura: Ahí el papel del director si es que está perdido, tiene bastante claridad de lo que no es y negando ciertos lugares se va encontrando por dónde ir.
– Juan Carlos: En la estrategia de movernos todos, no podemos estar todos en la misma posición y en el mismo tiempo y espacio, porque sino todos veríamos el mismo punto, por tanto hay que desmarcarse y aquí es donde vienen los roles, somos colectivos pero cada cual tiene su rol, el actor está en el valle y yo tengo que subir a la montaña para ver el valle, pero ellos no lo pueden ver, al estar afuera los puedes guiar y corregir, pero adentro no hay posibilidad de entender, entonces el rol del director sería ¿cómo logro tener la autoridad, no el poder para imponer una imagen?, y que ellos me concedan la autoridad para que yo diga que ahí está la posición, entonces también está la credibilidad, así como el espectador cree, los actores también tienen que creer que lo que están haciendo es coherente.

– ¿Cuando la obra está lista, tienen la sensación de que existió desde siempre?
– Laura: Está buena, jajajaja.
– Juan Carlos: No creo, por muy fractal que sea, una milésima o millonésima de algo que está o no está ahí ya lo hace distinto, el teatro es un acto único, por eso creemos en esto, es irrepetible y no depende de una o dos personas sino de este colectivo, pero también que ustedes como espectadores hayan ido libremente a sentarse ahí, libremente decir que van a construir esta realidad junto a ellos, el teatro, la creación se construye y se inventa día a día, para mí no está hecho, me pondría nervioso si así fuera, creo en que se puede descubrir algo por tu propio impulso y voluntad.
– Laura: Por eso no es rígido, porque tiene que ver con lo que pasa en ese momento único, con un grupo de espectadores que no es igual al del día anterior, cambia. Esencialmente la obra es la misma pero cambia, hay energías distintas.

– La estructura está, pero todos los días les pasan cosas, ustedes y el público es distinto, las energías van mutando, la obra pudo haber existido, pero la decisión que tomaron ya es una vía diferente, porque un milímetro más allá es una nueva creación, el ser humano tiene esa posibilidad porque elige, uno es co-creador de la vida, la creas a diario.
– Laura: Y la gracia es esa, la de crearte tu propia vida, estar consciente de dónde estás parado y no lo que te pase.

– ¿Esta obra es el resultado de algo que nunca han hecho antes?
– Laura: Por supuesto, es un camino de experiencias en el escenario y en el oficio, con treinta años ya lo tienes en el cuerpo, entonces tenemos visiones más rotundas para decir no o sí, o por ahí es.


– ¿Qué papel juega la poesía?
– Juan Carlos: Como somos actores los que hacemos la acción, es muy importante, nuestro teatro es de mucha acción, no está basado solo en la palabra, la acción no solo de los actores, sino del espacio, el tiempo, intentamos estar por sobre la realidad, por sobre el sofá, por sobre la silla y por lo que significan las cosas en sí mismas, y los actores comienzan a girar en un tiempo y un espacio que no es real, en la obra se crea el imaginario de que hay trescientos pacos o cuando un personaje dice: “Ni cagando vuelvo a la cárcel, de aquí no nos sacan, van a tener que sudar si quieren sacarnos, porque no vamos a salir”. Cuando toman la decisión que van a morir, lo que subyace es que mueren un poco antes y empiezan a abandonar el cuerpo y todo lo conocido, donde el dinero son hojas blancas que no tienen sentido y que producto del fuego que los puede inundar no sentirán dolor, están desprendidos, ya pesan 21 gramos, casi flotan, en otra dimensión, la muerte sería eso, otra dimensión. Cuando mezclamos las cosas entramos en un estado más poético que el real.
– Laura: Cuando uno se engancha con los malos de la película, aquí se vé por qué están ahí, se ve un tejido social mal parido, un personaje si lo pones en la realidad es un joven del Sename, que nunca recibió afecto ni comprensión, que el tipo tenía la cabeza distorsionada y cómo hago para que se sitúe un poco, no hay contención de ninguna parte, por eso se convierten en héroes, por las circunstancias de cómo se armaron, para que surjan de otra manera.

– La metáfora es que los personajes apuestan que al robar se compran la libertad total, entonces el pánico de las personas al salirse del sistema está vinculado al riesgo de la ruina, ¿creen que se puede pasar esa línea con éxito?
– Laura: No están dadas las herramientas, cada uno se las tiene que construir, cada vez hay más temor.
– Juan Carlos: ¿Qué es salirse del sistema?, ¿irse al campo?, ¿o es hacer lo que tú quieres hacer? Nadie vive en abstracto, si me voy al cerro El Plomo me voy a congelar, está el sentido común de sobrevivir para poder generar más pensamiento. Con Laura hemos hecho un acto de libertad, porque rehusamos trabajar en televisión, en cine, haciendo clases, a cualquier trabajo remunerado, nadie nos ofrece trabajo, cuando me han llamado les digo, por qué me llamas a mí y cuelgo, porque decidimos hacer el camino del teatro que no nos provocó la ruina, si nos provocó frío, hambre, temor, angustia, pero resistimos y miramos al monstruo del laberinto a los ojos, porque te mete miedo, pero cuando lo miras y lo enfrentas se chupa y baja las orejas y le preguntas, ¿eras tú el que me metía miedo? Sí, pero eres tú mismo, soy la proyección de tus miedos. Puede estar a tu lado, pero no es miedo, es padecer, es salir de un paraíso, te echan del paraíso donde estaba todo bien y ahora tienes que ganarte la vida con tus propios medios, eso no paraliza, te hace sufrir y estiras el elástico, sufres pero después gozas mucho también, hemos vivido situaciones extremas con Laura, que también nos llevan a gozar bastante el momento cuando sí logramos enfocarnos. Hemos optado por esta libertad dentro del sistema y no irnos al campo, porque el teatro requiere de la reunión de personas, es una actividad ciudadana.

– Los personajes dijeron robemos para tener la libertad, pero mucha gente está cómoda en su miedo y statu quo. ¿Será porque tienen miedo al riesgo de la ruina de abandonar el sistema?
– Laura: En los años 80 la pobreza podía ser loable, si hablamos de ese tipo de ruina, pero ahora se mira horrible la pobreza, se dice que es porque está trabajando mal, por algo están así. Aquí a los personajes les importa una raja todo, pero cuando están acorralados y dicen que se van a morir, se transforma el acto que hicieron, pasa a otra instancia, porque si hubiese salido bien el asalto, lo hubieran pasado bien con la plata y por qué no hacerlo de nuevo, pero cuando se ven mal hacen actos distintos.

– Sí, sus vidas siguen al borde del precipicio.
– Juan Carlos: Ahí tú tienes la opción de decir, voy a vivir la degradación una vez más en condición de animal o en qué momento opto por mi propia dignidad y dices, lo que tiene valor en mi vida es lo que yo pienso, siento y obro en consciencia y absoluta libertad y decido por mi vida.

– Cuando no logran el robo, se convierten en muertos vivientes, que en la sociedad existen también, gente que ya tiró la esponja, porque no logró su sueño a nivel social.
– Juan Carlos: ¿Cómo puedes juzgar que alguien no logró nada?, si se despojó de todo y vive un acto de libertad absoluta, no lo sabemos.

– Cuando eres un mendigo valoras y sientes que tú libertad es el gran valor. Por otro lado están quienes piensan que con dinero eres libre.
– Juan Carlos: Ahí está la libertad de poder pagar y la de quien quiere irse en una dirección equis y no le importa nada, pero la libertad cuesta, la mayoría de los quince millones de chilenos no pueden subirse a un avión para salir de aquí, porque tienen otro tipo de restricción, la económica y a las compañías de teatro nos hacen lo mismo, siempre dijimos que la censura no era política ni de contenido en dictadura, no había un mango para hacer nada.

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