ENTREVISTA A GERMÁN ESTRADA EN REVISTA LA NOCHE 127


POETA Y GESTOR CULTURAL EN CASA DE SALUD CONCEPCIÓN

“TRANSFORMAR EL POEMA EN ALGO CON VIDA REAL”

“En Casa de Salud todo el equipo tiene una cumbre por conquistar y para eso todos somos sherpas del que necesita hacer cumbre. Ellos son mis sherpas en un proyecto y yo soy el de ellos en otro. Eso sin escucha es imposible, porque tengo que estar súper claro para cumplir lo que el otro quiere”.
Por Jaime Piña

Con veinticinco años de emprendimientos, sus últimos seis han sido en Casa de Salud, realizando un camino cultural desde Cariño Malo, su primer bar restaurante, con ambiente de jazz, blues, funk. Luego se aleja de Concepción un par de años y regresa a instalar La República por tres años, introduciendo nuevos conceptos musicales y gastronómicos. Vuelve a viajar por seis años más, instalándose en Santiago, trabajando en Galpón 9 y en El Clan. Realiza además producciones y giras como Dj por Uruguay, Argentina y Brasil. El 2009 vuelve a Concepción instalando El Bar del Frente que duró seis meses, derrumbándose con el terremoto de 2010 y con un hostal que sobrevivió, realizando conciertos en ese lugar, último antecedente antes de su proyecto actual, cuenta: “En Casa de Salud logré juntar todo lo realizado en los otros lugares, tenemos dos sellos discográficos y un estudio de grabación, una agencia de publicidad y diseño, un laboratorio de reciclaje, un taller de serigrafía y merchandising, un Centro Cultural con actividades formativas, un proyecto editorial que se inicia el 2020. Además de un lugar con tres escenarios y siete espacios diferentes, tenemos una actividad diurna muy importante, trabajan casi setenta personas en un equipo multidisciplinario, incluye desde personas que hacen funcionar el bar, tanto como periodistas, psicólogos, ingenieros de sonido y productores”.


– Cuando comienzas con Casa de Salud, ¿se generó un imán que atrajo a las personas rápidamente o fue un proceso más largo?
– Fue bastante rápido, quizás por la trayectoria de mis otros lugares, que son una marca registrada, en esta vuelta por primera vez se acumuló un proceso largo y tengo ganas de quedarme. La gente sabe que aquí hay un estándar de calidad, porque nos preocupamos del trato a los músicos, de los temas técnicos, así como del contexto de este lugar, con arte y un discurso en las paredes.

– ¿Cuál es ese discurso?
– Es político, como tenemos la intensión de generar participación social es de entrada gratuita. Yo me hice un torpedo en la vida para acordarme siempre de cuatro palabras, que son, libertad, respeto, participación e innovación, en torno a ello construyo todo lo que hago.

– ¿Cómo enfrentas tu destino, dejas que te suceda o lo intervienes?
– Soy de la casta de los porfiados, no acepto las cosas si no me gustan o no son como yo las quiero, usualmente me levanto más temprano que mi destino, para pillarlo.

– ¿Si miraras hacia atrás podrías decir que ese destino se fue construyendo con una coherencia lógica?
– Absolutamente, he ido siguiendo una ruta y ampliando mi rango de acción dentro de un contexto, incorporando gente en el proyecto, creyendo en el equipo, porque cuando partí era yo solo y ahora no puedo pensar en esto sin considerar que formo parte de un equipo, del cual no necesariamente tomo decisiones a veces, sino soy uno más de los que ejecuta. He sido director de ideas, de mantener el espíritu del lugar, he ido abarcando cosas que se salen a veces del área de mis propias competencias y yo confío ciegamente en el equipo que tengo, puras joyas, compartiendo propósitos comunes y entrelazados en un tejido hermoso.

– Los equipos humanos cuestan dinero, ¿ganan con el consumo del bar?
– Inicialmente fuimos creando actividades en la medida que el bar permitía financiarlas, hemos trabajado la sustentabilidad de cada proyecto y su equipo, para mí el dinero es importante en cuanto es una herramienta para ir logrando ese tipo de cosas, pero está fuera de mis fines.

– ¿Es una fuente laboral de todo el equipo?
– Por supuesto, es un trabajo que escogimos hacer, es lo único que querría y podría hacer.

– Es un modelo de negocios de gestión, que no tiene el lloriqueo cultural de buscar fondos del Estado.
– Después de veintitantos años, recién el año pasado postulamos a un fondo que ganamos y lo hicimos porque tenemos una trayectoria suficiente para no inventar nada que se adecue a ese fondo, sencillamente utilizamos esos recursos para algo que sabemos y queremos hacer, y en cada una de las áreas lo hemos hecho así. Nos adjudicamos uno para desarrollar de aquí a fin de año una mejora técnica de una sala de cine, nos adjudicamos un catálogo para un sello discográfico, en lo cual he trabajado toda mi vida, difundir música, entonces son consecuencias naturales.

– ¿Por qué el sello se llama La Sangre?
– Tiene un simbolismo vinculado a la raíz, a lo identitario, en este caso a lo familiar y genealógico. El mito personal es que mi abuelo fue herrero, forjador, fundidor de metales, del campo lo trajeron a Concepción a la maestranza de ferrocarriles por su capacidad de fundidor de fierro y lo primero que hizo cuando llegó, se compró un piano, alguien que era analfabeto hizo eso, entonces para mí ese es mi mito para construir una realidad vinculada a la música y al arte. Un proceso de valor con la cultura en mi familia es algo genético. De hecho el único libro que he pensado publicar de todo lo que he escrito, es una semblanza poética que se llama Álbum de familia, que parte con mi abuelo y que lo ilustró Paulo Meyer.

– Tu gestión cultural es orgánica, acertada y espontánea.
– Cuando escuchamos personas diciendo que no hay espacios, nosotros estamos inventando un espacio todo el rato, generando un lugar de encuentro, reflexión, difusión y promoción, donde se puede experimentar el arte, desde la creación misma, aquí ensayan compañías de teatro y bandas durante todo el día, hay una actividad bullente, en la noche es bar, pero de día es un hervidero de actividad.

– ¿Te encuentras con personas que dicen que no hay actividad cultural?
– Ese es un discurso muy chileno, un discurso país, quizás algunas cosas están idealizadas, porque este no es un espacio tradicional, pero cumple satisfactoriamente con todos los propósitos de un centro cultural.

– Es un mall cultural.
– Jajaja. Tiene la rareza de que en su interior hay un bar, la gente le dice el museo bailable, aquí logramos cruzar dos temas importantes, generar espacios de expresión y al mismo tiempo de entretención, relajo y el encuentro informal lúdico.

– Con los años de experiencia que llevas, ¿ha mutado tu concepto cultural?
– De alguna manera he sido agente del cambio cultural, en el sentido que soy de este barrio, nací aquí en el casco histórico de Concepción, sus construcciones son de fines del Siglo XIX y principios del XX, en constante transformación debido a los terremotos, el 2010 en Conce se cayeron casi diez mil casas. Es un sector clase media y media baja, pero cuando niño todos teníamos inquietudes, se cultivaban los clubes, nos juntábamos y hacíamos películas, escuchábamos e intercambiábamos música, mi papá fue coleccionista, entonces lo mío es una ampliación de una mirada familiar, social, en el contexto de una mirada cultural comunitaria y he traspasado siempre ese sentido en las cosas que hago, compartir lo que tengo.

– ¿Qué hecho te cambió la mirada y te insertó en lo cultural?
– Todo, fui deportista, toqué en bandas. Pero mi vida siempre estuvo vinculada a la literatura, escribí poesía desde niño, pero no quise hacer carrera literaria y aunque sigo escribiendo hasta hoy, publicando en revistas, nunca he querido publicar un libro, eso fue lo que me hizo buscar un camino, por ahí entré a un círculo cultural ciudadano. Pero lo fundacional fue siempre transformar el poema en algo vital, con vida real, buscando experimentar concretamente la poesía y para eso tenía que construir una casa poema, entonces, cuando joven fundé un grupo en la Escuela de Arquitectura de la U. del Bío Bío, que se llamó Casa Poema, nos juntábamos a divagar y escribir poesía medio automática, una mezcla entre taller literario y creativo. En sintonía con eso, Casa de Salud es un estado de desenlace, sumado a todo lo que estamos haciendo por fuera, como el Museo de la Música del Bío Bío, un proyecto de la Cineteca Nacional; también trabajamos en un proyecto de bibliotecas comunitarias; en un centro de experimentación artística y la conservación del patrimonio cinematográfico. Todas labores de extensión. Hemos trascendido este edificio, estamos trabajando en intervenciones culturales en la ciudad, algunas de carácter patrimonial como el Museo de la Música, que implica colecciones, fonoteca regional, repositorio con un archivo físico y virtual, salas interactivas para experiencias tempranas en niños.

– Mucho de eso que mencionas le corresponde al Estado ejecutar, sin embargo lo estás realizando tú, ¿te consultan, te invitan a participar porque tienes la experiencia?
– Toda la vida me han invitado pero nunca quise ir. Tengo experiencia concreta sobre el tema, pero como no me llevo muy bien con ellos, recién ahora estoy puliendo mi arista social, porque yo no le bailo la cueca a nadie, a veces llego algo enrabiado cuando tengo que compartir con funcionarios, porque a todos ellos les pagan sueldo y se gastan la plata en hacer nada y cuando les preguntas si hay recursos para hacer algo, siempre te dicen que no, porque se lo gastaron en sí mismos.
– ¿Aceptan que tú tienes la película más clara que ellos?
– He sido rebelde, no sé si tengo la película tan clara, solo voy por un camino haciendo las cosas que quiero, he sido irónico pero finalmente me di cuenta que hay un paquete de recursos y protocolos utilizables, que si no los utiliza alguien con intensiones sanas, esa plata va a terminar en gente que inventa cualquier cosa para sacar la plata y no para hacer un aporte.

– ¿En lo cultural precisamente no se avanza por esa burocracia?
– Más que burocracia es una falta de propósito, la pega de diseñar políticas culturales sobre a, b, c y d, generando líneas de fondos para eso, no tiene la intención de un observatorio, en vez de gastarse toda esa plata, podrían estar observando qué personas están generando redes de apoyo reales y haciendo cosas, porque así como nosotros estamos en todo esto, hay un montón de otros agentes haciendo cultura viva, gente que está creando y desarrollando un trabajo de gestión y participación comunitaria, con intensiones y respeto por el patrimonio.

– ¿Esto es un amor a Concepción, a sus músicos, por ser la llamada Cuna del rock?
– Soy un detractor del slogan de la Cuna del rock, cuando acuñaron ese lema, posiblemente en Santiago, correspondió cuando aquí habían cinco o seis bandas, Los Tres, Emociones Clandestinas, Santos Dumont, Los Machuca, Los Bunkers, después los De Saloon, eso era la cuna del rock, ¿de qué estamos hablando?, no habían más bandas, nunca hubo ni lugares donde tocar, ahora está lleno, desde el 2010 en adelante se produjo una explosión, aquí han tocado 800 bandas de Concepción que están en un alto nivel, no soy chovinista con Concepción, opero aquí porque aquí nací y aquí estoy, también somos el lugar que mueve más artistas internacionales en Chile, porque hemos generado acciones concretas para hacerlo, creamos corredores de arte, Cartagena-Concepción, Córdova, Buenos Aires, Sao Paulo, Recife, La Paz, Cochabamba, todos con Concepción, hay movilidad recíproca, con esto hemos descubierto a otros gestores y actores culturales en esas ciudades, yo viajo, me muevo con bandas, salgo, difundo discos, obras visuales.

– ¿Por dónde va esta promoción?
– Llevo y promuevo artistas con los que trabajo y al mismo tiempo traigo gente para alimentar la diversidad, con un sentido de aprendizaje de los diversos estilos. En la época que se acuñó la Cuna del rock, esas seis bandas estaban en un estilo acotado, en este momento hay una gama infinita, por ejemplo la línea de nuestro sello está basada en la territorialidad, pero por otro lado tiene la característica de estar abierto a diversos estilos, a otros muy nuevos de música: trip folk, electrónica, punk, folklore, psicodelia, música docta, jazz.

– ¿Ese sentido creativo en sí mismo es un estado de felicidad para ti?
– Chuta mi felicidad, es una palabra que ni siquiera ocupo, soy una persona en paz…

– ¿Por qué no usas la palabra felicidad?
– Porque la felicidad nunca está, es un estado por alcanzar, me parece que la felicidad está súper desplazada de uno mismo.

– ¿Es por la educación y formación que tenemos que deconstruir?
– Sin duda que sí. La palabra felicidad así como la palabra amor, tiene siete mil millones de definiciones y son todas exactas y cada uno va a defender la suya, para mí la felicidad es un medio más que un fin, yo creo que puedo hacer lo que hago y logro concretarlo porque soy feliz. ¿Cómo defino ser feliz?, siendo yo mismo, encontrando un sentido a lo que soy o darle un sentido.

– Sobre deconstruir ciertas cosas que tenemos deformadas, ¿tu trabajo tiene que ver con resignificar?
– Por supuesto, creo que sí. Pero sobre la felicidad quisiera transmitir un mensaje súper directo, primero que todo de valor, es decir, ¿en qué momento soy capaz de asumirme como feliz o sentir que puedo ser feliz o hacer feliz a alguien con lo que hago?, es cuando primero que todo le doy un valor y ese valor lo expongo y hago que alguien más participe de ese valor. Eso me da una sensación honesta, de paz y participación, de sentirme parte de una comunidad, que mi propósito, con todo lo personal que pueda ser, resuene en el mundo y le quite el sentido banal o de vanidad a la vida misma.

– Es cierto eso, porque la producción y la gestión cultural tienen diferencias y muchas sutilezas, pero detrás de quien produce o gesta igual existe un interés artístico, ¿dentro de tu deseo está tu desarrollo personal artístico?
– Mío personal, sí claro, yo trabajo en eso, escribo, soy compositor, hago canciones, música y dentro de eso me realizo perfectamente y se llenan mis necesidades sin hacer una carrera, excepto la de productor y gestor, más que de artista.

– ¿Pero por qué eso. Estará centrado el deseo más en la gestión?
– Quizás me faltó un pelo de vanidad para ser artista. Pude estar sin problemas veinte años sin tocar una guitarra y después volví a tocar, de hecho estoy haciendo más carrera hoy que toda la que hice antes, porque he construido un montón de plataformas y es mucho más accesible para mí, pero tampoco me he dedicado a hacer eso, por lejos lo que tengo al final de la lista de mis prioridades es trabajar con mis proyectos, veo mucho trabajo valioso y estoy dedicado a apoyar eso.

– ¿Le dirías a los que están empezando que se la crean al tiro o que esperen un rato?
– Les diría que hay que resolver la vida haciendo cosas, lo primero es hacer, la canción la invento mientras canto, me lo digo a mí mismo, esa es la forma de resolver mi problema con la creación. Aprendí a no tener miedo y ese es el talento que mejor reconozco en mí, al no tener miedo puedo hacer y el error lo transformo en parte de lo que hago, que no es una parte negativa, sino parte del proceso.

– Ese proceso o laberinto creativo, ¿cómo nace y qué es la creación para ti?
– La creación es poesía, si tuviera que ahondar, de alguna manera la poesía o lo que designe esa palabra, es que logre interpretar lo que verdaderamente siento al ser yo en este mundo, la percepción en consciencia y en cabalidad del ser y estar, hacer en este mundo, eso es para mí la poesía, si yo pudiera traducir a lenguaje humano esa sensación que me produce todo eso, esa experiencia que es vital, única, la traduzco de esta manera, haciendo todo lo que hago, eso es para mí fundamental en mi vida y es lo que quiero expresar, soy esto que hago, esta es mi lectura del universo, mi lectura de las personas, de las cosas, de lo que existe, lo ordeno y lo comparto.

– ¿Crees tú que los artistas agregan valor a la sociedad, en ese sentido te sientes como un rockstar?
– Me siento más como un folkstar y eso incluye automáticamente la paradoja de no ser una estrella. Suscribo que agregamos valor, es un tema, la causa de esto es una puesta en valor, manifestando y expresando lo que uno es, trasladándolo a los demás.

– ¿Esto es la felicidad?
– Es la paz. A través de las cosas que hago logro la paz. Me llena uno de los versos del Tao, que dice que la paz verdadera se haya durante la guerra, aquí hay acciones, movimiento, dinamismo, no hay una quietud, nada está estático, en estos escenarios encuentro la paz.

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