ENTREVISTA A CONSTANZA THÜMLER EN LA NOCHE 128 JULIO



Actriz / Directora / Programadora del Taller Siglo XX, Yolanda Hurtado

LA OBRA “MALFORMADOS”

Por Jaime Piña

Jugarse la vida con todo lo que tiene a su alcance para instalar un “Real” en escena, es uno de los principios fundamentales de esta mujer apasionante e inteligente y esa conexión comienza con el cuerpo presente, sensible de los actores y debe llegar al espectador en catarsis, emoción y un estallido expansivo, afirma: “Veo tantas representaciones perfectas, pero tan de afuera que no me toman de la guata, pero si veo un “Real” o algo que es indiscutible me voy como tobogán…”. Estudia teatro en la Universidad Mayor del 2006 al 2010 y comienza inmediatamente a dirigir. Su primer estreno fue Museo, 2013 y el 2014 funda junto al diseñador Francisco Herrera el Colectivo Bestia, estrenando Poe, Sonata para un cuervo; después El hombre de arena, 2015; Margot Loyola, 2016; Elegía de Los Andes, 2017 y Nahuelpan Presidente, 2018.
Sangre alemana y chilena corre por sus venas, percibo su humanismo y ternura en cómo se sienta y me observa, en su rostro no están las preguntas resueltas y quiere más. Es un inmenso recipiente que busca incansablemente ser llenado, ocupado, sin embargo es una mujer concreta y vehemente, se confiesa emocional, pero cuando debe tomar una decisión y ejercer distancia, reloj en mano lo concreto le sale de adentro.

Se encuentra próxima a estrenar la obra Malformados, con la actuación especial de Roberto Hoppmann, cirujano plástico que se inició en el teatro junto a su esposa en los años 60, cuando estudian teatro en la Universidad Católica y viven la mas maravillosa historia de amor que se conozca y digo esto porque nombró Taller Siglo XX, Yolanda Hurtado a su espacio cultural en el Barrio Bellavista, como tributo a la memoria y al amor de su musa fallecida, nos relata Constanza: “El doctor tenía muchas ganas de actuar, después de una exitosa carrera en la medicina y quiso volver con la primera producción teatral del Taller Siglo XX, desde ahí comenzamos a crear juntos”.
Influenciada por la historia de su abuelo médico y conversando con Hoppmann, decide hacer una obra sobre la vejez, fue entonces que llama a su maestro Marco Guzmán para el diseño de espacio y a Alexis Moreno para la realización del texto, dice: “En un principio enfrentamos una ficción, pero avanzando nos fuimos vinculando al mundo que desprende la expertiz del doctor, la cirugía plástica, su experiencia con las malformaciones congénitas craneofaciales y sus últimos cinco años operando a transexuales, además de convivir con la energía extra cotidiana que posee él a sus ochenta años”.
Su madre la induce a estudiar teatro, Constanza quiso derecho como uno mas de sus inquietantes deseos de saber todas las expertiz del mundo, finalmente se interesa en el teatro, porque es el arte que más se asemeja a la vida, afirma: “…uno puede entrar de cierta manera en pequeños lugares y plantear tu mirada de mundo y tener la posibilidad abismante de enfrentar, fabular o simular algo”.
Para Constanza el teatro es experiencia vívida, en las funciones y en los procesos constructivos. De niña su abuelo le instaló un escenario donde actuaba libremente y se expresaba. Después en la universidad encontró su alma, conoce gente y profesores que le volaron la cabeza, con los que hoy trabaja, pero se mantuvo inquieta, siempre con el profundo compromiso del teatro de su lado, pero no sabía cómo materializarlo. Hasta que conversa con su maestro y se despierta intuitivamente al acto de hacer, independiente desde qué lugar y cómo traducir esa necesidad de decir algo, cuenta: “Tuve que entender mis fantasmas, mi historia, mí relación con los otros y cómo veo el mundo. Una búsqueda que fue poner en palabras un universo no resuelto que resuena con grandes incógnitas”.
– ¿Qué buscas, la realización personal o el éxito?
– ¿El alma o la gloria? Prefiero el alma, la gloria es del capitalismo, como el objetivo y el resultado. Hay quienes les importa mas lo que vayan a decir, que los procesos de la obra, es raro eso.
– ¿Prefieres vivir la experiencia o dejar de ser anónima?
– Dejas de ser anónima cuando te instalas en un escenario, hoy todo está en el afuera, las redes y las fotos. Irse hacia adentro y afectarse poniéndose realmente en problemas es cuando las cosas suceden. El teatro es una herramienta, no sé si va a cambiar el mundo, pero sí es capaz de movilizar al otro de manera profunda y radical.
– ¿El arte es un salvavidas que genera universos maravillosos para distraernos?
– Mas que distraernos te obliga a entrar en el problema y eso la sociedad no lo resiste, estamos enajenados por sobrevivir, caminando hacia adelante con el progreso, con el capitalismo y nos da lo mismo el de al lado. El arte lo que hace cuando le sucede a algún otro, es que entra en el problema. Ya no me interesa ver obras que me cuenten una historia, siento que estoy mas en la problemática, en pensar tesis y hasta dónde puede llegar una pregunta.
– ¿Cuál es la pregunta ahora?
– La obra Malformados complejiza la interrogante porque llega a lugares indeterminados. Como la carga que lleva una persona trans, que puedo entender, pero jamás sabré lo que significa estar en ese cuerpo. Y esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, es lo que hoy se ha anulado. La obra habla de la identidad, de cómo la sociedad nos obliga a entrar en una normalidad acotada. La máquina del progreso ha establecido cánones de perfección, que si no estás dentro de esa máquina no sirves. La obra se trata de la ponencia de un cirujano plástico –Hoppmann–, que comenzó tratando malformaciones congénitas craneofaciales y los últimos años de su vida se ha dedicado a operar a transexuales. El doctor expone parte de su trabajo como médico, donde aparece a modo documental, la voz del paciente, casos específicos, material de investigación, todo cruzado por su mayor terror, dejar su rol de médico, dejar de ser útil, porque su cuerpo ya no le permite ser el de antes, a sus ochenta años siente que no le queda tiempo y no es capaz de asumir esa condición.
– ¿A qué te refieren con la identidad?
– La identidad no tienen que ver con la identidad de uno, sino de aprender a co-crearse y reinventarse. El doctor en la obra podría co-crearse pero le da terror, porque en su mente cree que la sociedad no le permite dejar ese rol y ahí hay una crisis identitaria, por el horror que generan los otros, los que observan y enjuician.
– Si hablamos del espacio infinito de las interrogantes que no se han completado y se tienen que llenar, finalmente es una herramienta para seguir creando.
– Sí, es un espacio que está lleno de preguntas, en un principio es con uno y después se proyecta hacia otro. Si hago una obra y pienso en lo que a mí me afecta y no pienso en el otro, va a quedar una obra hermética que nadie va a entender, pero cuando la proyecto se abren ventanas y hace que esa obra deje de ser impenetrable.
– ¿Cuál es tu dinámica creativa?
– Cuando hago una obra todo es intenso, no duermo, soy obsesiva y me encanta porque encuentro bello eso de que se me va la vida en la creación, independiente de que esto a nadie le importe. 
– Cuando pensamos o recordamos, estamos en un diálogo con nosotros mismos, uno conversa con un otro, ¿cómo opera tu pensamiento, con quién dialogas tú?
– David Lynch decía que todos los recuerdos o las imágenes dolorosas que almacenas, cuando las cuentas o recuerdas se reproducen en un tiempo perfecto, pero si volvieras a vivirlo de verdad no podrías soportarlo. Es una cierta tregua a los dolores.
– Como creadora y directora tienes que tener ecos interiores, ¿cómo conversas contigo?
– Esa voz interna con que dialogas tienes que escucharla, pero lo mas real y brutal es lo que está frente a tus ojos.
– ¿Buscas una obra pura en sí misma?
– Cuando estás en un espacio creativo lo más importante es la obra, no el resultado de esa obra, porque la obra debe hablar por sí sola, donde no solamente está uno, cada vez que me enfrento a una pregunta para una escena que quiero levantar, siempre es un experimento y si la obra requiere de esa voz que me habla o debo usar estrategias, todas son opciones para poder movilizarla.
– Ese gran recipiente que da espacio a la pregunta, es tu universo creativo que se transformará en sabiduría.
– Ojalá, me siento atenta, despierta, hambrienta, siento que no sé nada, eso me gusta mucho, me fascina sorprenderme, entonces busco. No tengo una respuesta clara de cómo me enfrento al arte, intento estar en el instante, mirando y leyendo ese cuerpo que estoy dirigiendo, que es único e irrepetible. Siempre esperas remover al otro, ese es el objetivo, pero la problemática hay que tratar de repensarla de diez mil maneras posibles y no tener un mensaje que dar, no le quiero dar un mensaje a nadie, me pregunto y también estoy perdida en lo que estoy haciendo.
– La diversidad de preguntas, ¿nos aleja de una cierta unidad?
– Que fome sería tener una unidad, pero puede existir mientras no transgredas la verdad del otro, puedo entender que se piense de manera distinta, pero quien soy yo para dar un mensaje, el teatro es para arder en preguntas, como dijo Artaud. 


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