HOMENAJE AL POETA EFRAÍN BARQUERO, ENTREVISTA EN REVISTA LA NOCHE 102 / MAYO 2017


Premio Nacional de Literatura 2008

ME DEJO LLEVAR POR EL INCONSCIENTE COLECTIVO

Por Mario Valdovinos & Jaime Piña

Según la recomendación de Neruda el poeta tiene dos deberes sagrados: partir y regresar. Fue lo que hizo el vate Efraín Barquero. El apellido de su seudónimo, ya que se llama Sergio Efraín Barahona, proviene de una pintura que  estaba en su casa campesina y representa a un botero remando en aguas tranquilas. También puede tratarse, inconscientemente, del barquero del río de los muertos. Como sea, el poeta Efraín está de regreso en Chile, hace tres años, volvió como ha vivido, en silencio, y trabaja sus poemas y sus libros en secreto, en la luminosa penumbra.
Vivió la bohemia con grandes creadores de la generación del 50, muchos ya fallecidos, fue amigo de Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Alberto Rubio, Enrique Lihn, Armando Uribe, Miguel Arteche, el mítico Chico Molina, tiempos de mucho movimiento poético y creativo. 
Nació en Piedra Blanca, Teno, cerca de Curicó, en 1931, hijo de modestos campesinos. Sin embargo, no se considera escritor maulino ni aldeano. Comenta: “Los teninos eran bastante huasos, huasos ricos casi todos en ese tiempo. Me separé muy temprano del pueblo mismo, porque solo les interesaba comer y beber, carecían de todo sentido de cultura”. 
Efraín recibió el Premio Nacional de Literatura en 2008, debido a su lejanía y a su bajo perfil jamás pensó que se lo darían, estaba en Francia y lo supo harto después de otorgado, comenta: “Corté el teléfono, lo hice adrede, porque sabía que ese día darían el Premio; luego recibí la noticia con asombro y me invitaron. Vine por primera vez después del destierro, con el libro El poema negro de Chile, que habla del problema del exilio. Toda la miseria del exilio se halla en un término que yo llamo el Desterronado”.
Efraín acaba de terminar un libro integrado por dos capítulos, Muerte y Transfiguración, que aún  corrige, llamado “En Cristo está”, respondiendo a la pregunta bíblica. Nos comenta: “Lo que llevo dentro y de lo cual recién estoy saliendo al mundo, es una situación muy triste: el año pasado falleció mi compañera, a quien me dediqué absolutamente. Ella me acompañó toda la vida y por el mundo. Este es el libro sobre su muerte. En él hablo de la transfiguración, como ocurre en la música y en  la gran pintura universal. Esa fue mi pauta”.
En el capítulo de la transfiguración, concepto usado por los grandes  compositores, Barquero no habla de resurrección, sino de transfiguración, que es poner en relieve lo mejor de la persona. “En ese capítulo están los mejores poemas que he hecho últimamente, ahí puse todo lo que mi compañera me dio”.  Esto también se ve en la pintura, dice: “Rafael, por ejemplo, hizo la apología a la virgen, bajo el registro de la pintura religiosa”. 

LA PRECISIÓN FRANCESA

Trabajó en Francia haciendo clases de cultura precolombina latinoamericana en la universidad, enseñando el Popul Vuh, de gran interés para los franceses. No hablaba de poesía, sino acerca de nuestra cultura.

– ¿El exilio le provocó mucha nostalgia de Chile?
– Mucha, estuve veinte años afuera. 

En el terreno poético adquirió la precisión francesa del lenguaje, le mot juste, comenta: “Es lo que más valoro de ese aprendizaje, porque me molestaba la retórica en la poesía nuestra, usual en esos tiempos. Empecé a escuchar y a acercarme al racionalismo francés, me di cuenta que había una gran diferencia con nosotros, ellos se explicaban con la palabra justa, en todo se notaba la precisión. Entonces, lo llevé a mi escritura de un modo natural, se fue metiendo en mis versos poco a poco por la lectura de los grandes poetas franceses”.

EN LA VIEJA CHINA

En tiempos de Mao, Efraín Barquero es invitado a China, en plena Revolución Cultural, enemistándose con Neruda, porque al PC chileno, de tendencia soviética, no le pareció muy adecuado ese viaje, debido a la rivalidad entre rusos y chinos: “Neruda nunca se expresaba cuando estaba molesto, pero indirectamente se sintió cuando fui a China, y previamente ya estaba sentido porque me había alejado un poco de él. Nos quería mucho a mi mujer y a mí, fue nuestro padrino de matrimonio. Era muy bondadoso y generoso, pero un poquito absorbente. En Neruda capté muchas cosas, no era teórico, enseñaba mucho con sus aficiones y preferencias, en ese sentido pude captar varios misterios de cómo escribía. Como no se expresaba mucho tuvimos una gran relación, porque ni él ni yo éramos grandes charladores ni brillantes expositores, nada de eso, más bien era hacia el interior el trabajo nuestro. Neruda fue de personalidad fuerte, pero me defendí de eso también, porque de cierta manera he hecho lo mío de modo independiente. Me considero un poeta desde mis inicios, no hubiese podido hacer otra cosa. Lo mío es hacia el interior, un trabajo introspectivo, de repente sale sin que yo me prepare para ello. Yo quiero que el proceso de creación sea Zen, que al iniciarlo esté fresca la memoria,  en blanco, para que la poesía tenga frescura también. Es previo a escribir, mantener la mente en blanco para que se produzca el misterio. Eso es lo que guardo como método de trabajo”. 
Efraín militó en el Partido Comunista, pero terminó amigablemente con el vínculo. Cuando aceptó la invitación a China el alto mando del partido no se lo permitió, cuenta: “Era un muchacho lleno de inquietudes y ambiciones y me fui. Allá trabajé con jóvenes chinos enseñándoles el idioma español”.
Lo que conoció de China fue importante para él, porque encontró la tierra primordial, de donde viene todo, especialmente la agricultura y el misterio de la semilla, relata: “Yo veía a mujeres desconocidas y también a mis tías, en Teno, apartando la nueva de la vieja semilla en las labores del campo. Ahora mismo tengo un libro inédito que escribí, aquí en Santiago, hace poco, llamado La nueva de la vieja semilla, entonces toda esa riqueza la guardo todavía, así como otro gran descubrimiento, que viene de mi abuelo apicultor: el misterio de la miel. Me llamaban la atención todas las intrigas que se producen en la colmena,  las abejas se matan entre ellas para ser reinas”. Pero sin duda el encuentro con la naturaleza de China lo asombró, porque la tierra estaba envejecida y se había gastado, pero los chinos, secularmente laboriosos, producían y la hacían germinar, comenta: “Ese misterio me impactó, a mí que venía de una tierra rica, ellos trabajaban sobre una tierra intervenida durante miles de años. De ahí viene el libro El viento de los reinos”.

DESDE EL INCONSCIENTE

– ¿Cómo lee usted los elementos de la naturaleza para incorporarlos en su escritura?
– Por intuición. En general mi conocimiento de la naturaleza es a través de una simpatía profunda hacia sus misterios, si soy capaz de transmitir eso la naturaleza me responde, también por mi interés en ella y debido a la soledad. Fui hijo único, criado por una tía, entonces crecí muy solo y tuve tiempo de acompañarme con la naturaleza. Como soy intuitivo, cuando escribo me dejo llevar por el inconsciente colectivo. El inconsciente está en la riqueza de escribir, es la base, y tiene que ver con los demás, estar en comunión con los demás, en ese terreno la inspiración es colectiva. Existen grandes poetas ingleses y alemanes, como Rilke, Novalis, Hölderlin, llevados en su trabajo lírico por el inconsciente colectivo y bien llevados. Soy jungiano absolutamente.


– ¿Cree usted que el arte puede transformar el sufrimiento y la pobreza en belleza?
– Es algo personal. Uno trata de embellecer y dar categorías permanentes, eternas, la poesía es permanencia, no se puede escribir poesía transitoria, la poesía política es un poco eso. Todos hemos escrito algo político. Tengo muchos poemas  compuestos a propósito del golpe, de cuando perdí el puesto de diplomático en Colombia, donde fui agregado cultural. Escribí contra Pinochet dos libros publicados en México y Cuba, me expulsaron de Colombia, por eso viajé a Cuba y aproveché de ser jurado en el Premio Casa de las Américas, en 1974.

NUESTRA ANGUSTIA PERMANENTE

– ¿Por qué cree existen tantos artistas en Chile, hay una causa geográfica?
– Puede ser geográfico, el misterio de los terremotos influye, porque hay una angustia soterrada, que viene de esos grandes movimientos telúricos y se asimila con el término del mundo, con el cataclismo. Ese miedo puede llevar a la poesía, yo soy un hombre un poco angustiado, pero la poesía me calma, es una terapia, la poesía me hace descansar, si no sería un enfermo mental. La poesía  es un elemento de comunión, para relacionarme con los demás.

– ¿La ve como un elemento de salvación?
– Como todo trabajo nos lleva a una salvación personal, no creo que un carpintero sienta algo distinto, el trabajo cumplido, la aptitud cumplida hace bien al hombre.

– ¿Cómo debiese autoevaluar su talento el artista?
– Uno debe tener autocrítica personal, saber si está bien o mal, tener conocimiento de esa dualidad, tiene que saber cada uno si camina hacia el abismo o hacia la salvación. Este proceso yo lo he hecho siempre de manera inconsciente. Hay algunos artistas que no tienen autocrítica y eso los lleva a malos pasos, completamente.

– ¿De qué se alimenta o inspira como poeta?
– Me alimento de todo, de lo que escucho, de los sucesos que veo en la vida corriente. Claro que al mismo tiempo uno tiene su camino y eso, en mi caso personal, lo continúo. Se trata de un estilo.
Cae la tarde y nos despedimos. Dejamos al poeta Efraín Barquero, solo, meditabundo, en su ético universo.

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