EDUARDO MENA, PINTOR. En revista cultural La Noche 117.



“LA MAGIA DE LA CIUDAD DE VALPARAÍSO ES QUE ADEMÁS ES UN PUEBLO”

 

Por Jaime Piña

 

Eduardo pinta siempre, independiente de donde esté viviendo, es un creador y no le exige a Valparaíso más de lo que es. No le preocupa la retroalimentación de las audiencias con su pintura. Su sentimiento feroz, es que debió nacer en otra época, hace cien años atrás, nos comenta: “Hoy nadie pinta con caballete directo en el lugar. Se encierran en sus talleres, se hacen instalaciones, artefactos y no es que no me guste, no me emociona, tienes que leer un texto para entender. La gracia de la pintura es que se comunica sin palabras”.

“Cuando llegué a Valparaíso pintaba al barrendero. Siempre pongo personajes a mis cuadros, hago muchos. Pero no son rescatados especialmente, están en mi alma y en lo que yo veo, no hago retratos porque me pongo tieso, mis personajes salen de mi inconsciente, no busco personajes para poner”.

 

SU VALPARAÍSO

 

“Doy gracias a esta ciudad porque no podía vivir en Chile. Estudié arquitectura el año 82 en la Universidad Católica, pero me instalé aquí el 94, estuve tres años y me fui. Después viví nuevamente con amigos. También viví en México.

La chilenidad de Valparaíso me permitió quedarme en Chile, porque está lleno de paisajes preciosos. Pero en cada pueblo que vivas te puedes perder, las ciudades me cansan, pero esta ciudad tiene la magia que además es un pueblo, te encuentras con la gente, tienen más tiempo y puedes conversar”.

En Valparaíso tuvo que salir a dibujar a los cerros. Sin embargo miles de croquis después, se da cuenta que no quería ser arquitecto y sí viajar y pintar. Aprendiendo solo, pintando en vivo.

 

EL TALENTO Y ANTI TALENTO

 

– ¿Cuéntame de tus talentos?

– Hay cosas que tenemos que hacer en la vida, uno puede manejar un poco su destino y es la gracia de la vida, no elegí nacer en este país con Pinochet en un país pacato, pero puedo elegir si quiero ser bueno o malo, más menos espiritual. Nadie elige nacer, ni su carácter, gordo, chico, turco, chileno, lo que sea, pero todo influye. Si nací en la época de Pinochet nunca me interesó pintar militares, yo busco la belleza.

Mi talento es que nací para ser pintor y estaría mal si no uso ese talento, es tu obligación trabajarlo. Tu anti talento es todo lo que haces mal. Fui tartamudo y me costó 18 años aprender a hablar y cuando logré dar vuelta mi anti talento, me dí cuenta que se deben trabajar ambos. Como me costaron las palabras les tomé respeto, quizás por ahí desarrollé el dibujo. La palabra vale oro para mí, puede construir castillos o destruirlo todo, soy respetuoso con la palabra.

 

– ¿Traduces la palabra en pintura?

– Sí, soy poético y se trasunta en mi pintura, se dice que es literaria o que cuento un cuento, no dejo el paisaje solo, le pongo un personaje. Donde pongas humanidad, una sonrisa o un llanto estás llevando el cuadro a otro lado, le pones literatura, no es solo la luz o la pureza de la pintura.

 

– En lo inconsciente, ¿te pintas a ti mismo como personaje en tus cuadros?

– Inconscientemente aparecen personajes parecidos a mí. Me lo dicen, debe ser y no es por ego, veo como pintor y doy gracias, porque muchas escenas que nadie daría un peso yo le saco brillo, porque saco tesoros donde no los hay.

 

– ¿Hay que inventar el delirio propio para vivir?

– Sí, la vida es a golpes, pena, pero paralelamente es maravillosa, te puedes hundir pensando que todo es una miseria.

 

– ¿Cómo aplicas tus saberes en beneficio de tu delirio o es más emocional?

– Sí, es más emocional, es interior. Tengo un rollo con los sueños, la mitad de lo que he aprendido es con los sueños, a veces estoy consciente en los sueños, los aprovecho y los vivo, ese es un gran delirio. Me carga la interpretación de los sueños, uno no anda interpretando la vida, la vivo, en los sueño a veces vivo un año y fue una noche, no saco conclusiones. No me ha dado por pintar los sueños, después de 25 años pintando en vivo, pensando que la pintura te da la libertad de pintar lo que quieras yo pinto lo concreto, ahora quiero alejarme, porque lo hice como un aprendizaje y ahora quiero introducir más fantasía a mi pintura, no solo contar un cuento, sino darla vuelta, dejarla patas para arriba, alejándome del realismo.



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