CONVERSACIÓN CON CLAUDIO HERRERA EN REVISTA LA NOCHE Y SU RETROSPECTIVA DE 30 AÑOS
ARTISTA VISUAL Y SOCIÓLOGO
“Acá el
camino es escuchar, comprender, ir a la historia e ir al futuro”
Por Jaime Piña
“El arte es para dejar la cagá, no es
para andar haciendo webaditas”.
Inaugurar una retrospectiva que resume treinta años de práctica artística constructiva formal, es el resultado de dejarse llevar por la creación, alimentado entre muchas otras cosas por la felicidad de vivir y existir. Es becado por The Pollock-Krasner Foundation, New York, USA en 1997, 2008, 2016 y 2022; por Stichting D.a.d. Guest Residence, Rotterdam, Netherlands en 2011 y 2013; entre otras distinciones también fue beneficiado con Fondart y becas de Casa de Velásquez, Madrid, España en 2006, así como la Fundación Andes en Chile el 2005.
Su muestra es el vórtice de un gran
desarrollo intelectual, cuya retrospectiva recorre un viaje a través del amplio
bagaje cultural del artista, navegando entre lo salvaje y lo no domesticado de
la creación. Comenta: “…vengo de una base filosófica y teórica respecto de
la sociología, la filosofía, la antropología, la arquitectura y la cultura.
Varias fuentes conceptuales y visuales bastante fuertes que afirman una especie
de praxis material. Con lo primero que me inicié durante los primeros siete
años fue dibujar sobre papel y eso se refleja bastante en la retrospectiva. El
papel se planteaba más cercano a la lectura o a pensar intelectualmente el
campo de las ideas”.
Con más de una veintena de exposiciones
colectivas, destacan las intervenciones públicas en la Galería Arena del D.F.
México en 2002, el Museo Nacional de Bellas Artes Chile en 2004, la Galería
Stuart, Basel, Switzerland en 2007, Galleri S7, Stockholm, Sweden en 2010. Una
amplia y extensa carrera de exposiciones individuales tales como: “Wille zur
Macht” en Galería Gabriela Mistral en 1995, Balmaceda 1215 en 1996, Estación
Cal y Canto, Línea 2 del Metro, la Casa Colorada, ambas en 1998, Galería
Espacio F y Casa de Velásquez, ambas en Madrid, España, en 2006, Galería Wussmann
y Centro Cultural Borges, Buenos Aires, Argentina en 2008, Foundation,
Roterdam, Holanda en 2013,
EL RETORNO A LA DEMOCRACIA
Volver a pasar por la memoria el año 92,
cuando inicia la formalización de su trabajo plástico, que coincide con el
egreso de la carrera de sociología en Universidad Arcis, es la validación de
una decisión correcta frente a la bifurcación de los caminos entre sociología y
arte. En medio del periodo del retorno a la democracia iniciados los 90, llegaron
tiempos que traían consigo el éxito de los pintores de la generación anterior,
que recibió los mejores frutos en pleno auge de las galerías, contexto que Claudio
observa de manera crítica, pleno periodo de inicio de su obra: “Todo tipo de
generación tiene una especie de novum, una novedad que puede ser medianamente
irrecusable y que todos pueden compartir, puede ser, pero creo que hay un
agrandamiento y una especie de parafernalia que cada sociedad cultural y cada
escena requiere, y no solamente cultural sino una escena mediática”.
Según Claudio: “… la escena de los 80
le debe mucho al diario El Mercurio y a toda la publicidad obtenida, sin
embargo con el tiempo se fue haciendo mediocre y estandarizada, demasiada
vulgaridad editorial, y toda la banalidad política resuelta a hacer
convenciones entre el mercado y la forma, en hacer una especie de fetiche del
neoexpresionismo y expresionismo antiguo, mercantilizando lo que fue la
experiencia de los nuevos salvajes alemanes o la transvanguardia de la que
tanto se habló. Se fue de más a menos, con ciertos elementos de calidad donde
uno podía decir sí, ¡aquí hay buena pintura!
Lo de principios de los 80 tuvo una
tensión histórica simbólica que había que renovar –prosigue Claudio–, pero después el proceso que se llamó
el retorno a la democracia generó una especie de ambivalencia, gratuidad y
sumisiones, el arte que se expone puede ser la representación de un puro
clientelismo institucional. Es por eso que hay arte de muy baja calidad que
pasa por arte interesante o intelectual, muchos viven de un autoengaño
historiográfico. Ahí te das cuenta que muchos artistas y no solo pintores,
cineastas, escritores, etcétera, participaron de un carnaval, una especie de
ofrenda a un nuevo régimen político, que la verdad no ofreció en términos
culturales casi nada nuevo, de hecho muchas cosas se aplacaron y se pusieron más
tibias. Lo que pudo ser vanguardia o nueva vanguardia se fue al carajo”.
SALIR, ENTRAR Y VOLVER A SALIR DE UNA
PANDEMIA
Ante un retorno pandémico ciertamente
fantasmagórico, que disolvió muchos referentes de la vida social y marcó un
cambio histórico, Claudio como artista y sociólogo, analiza sus implicancias,
donde hubo muchas cosas que indefectiblemente debieron partir, cuenta: “Eso
quiebra el paisaje de alguna manera, se derrumban historias también, antes
caminabas por una calle y sabías que habían espacios determinados que ya no
están”. Todos nos preguntamos ¿por qué no están? y es algo que no tiene
mucho sentido y cuesta darle sentido, para Claudio lo que ocurrió fue “de
alguna manera distópico, casi ciencia ficción y es algo que está presente en
muchos análisis, lo de creernos imposibles de ser dañados, pero al instalarse
todo esto en términos globales, de ver al ser humano tan indefenso y tan
expuesto y que podemos irnos a la mierda en cualquier minuto, también a un
nivel cultural local digo, ver como todo se resquebrajó y que frágil es la
cultura propia, en el sentido de los códigos más básicos como tomarse una
cerveza en la esquina con alguien”.
Ese despliegue de que todo cambió, tiene
una bajada a tierra bien especial en Chile y es el cambio constitucional que
remece los cimientos hacia algo completamente distinto, este tema para Claudio
tiene que ver con la mirada cultural y política que cada uno ha ido construyendo
con sus diálogos, relata: “El tema constitucional es algo que está
sobreexpuesto al nivel de una teleserie. Pero ciertamente creo que hay una
necesidad real de hacer cambios y transformaciones radicales en esta sociedad,
porque si no de una u otra manera lo que se viene será demasiado pesado y no
habrá elementos para contenerlo”.
SING OF THE TIMES
Entonces, la Convención Constitucional; que haya sido elegido Gabriel Boric; que los Mapuche estén retomando un concepto de lucha activa, pasiva, ideológica, para Claudio es: “…algo necesario que hay que enfrentar con una racionalidad política cultural amplia y grande, que no la tiene la clase política ni el empresariado ni el ciudadano común. Pero la tiene cierta experiencia que está en ciertos pliegues y eso en su propia autonomía y en su propia fuerza aparece como una flor que dice no, acá el camino es escuchar, entender, comprender, ir a la historia, ir al futuro. Como imagen avasalladora y evidente sabemos que no podemos seguir produciendo como las forestales, no pueden seguir haciendo lo que hacen. Antes del estallido y la pandemia fui al sur y me dio tristeza observar la mano maligna del capitalismo criollo, es un asunto que expresa lo mal que está todo. El tema de la producción de celulosa es una justificación tecnocrática para avasallar ideológicamente a todo un pueblo. El neoliberalismo ha sido de una indecencia tal que, obviamente hay que pararlo ya, ir transformándolo en otra entidad”.
EL ROCE DEL ARTE Y LA SOCIOLOGÍA
– Fuerte lo que dices y es verdad, pero hay temas que he acotado y dejado de pensar para no sufrir, lo hice en pandemia
y resultó, hay un estado de ánimo que cuidar…
– …claro, hay cosas y temas que son
tremendamente imperiosos de hacer, realmente hay que proteger el agua, los
glaciares, los bosques, el mar, la educación, la justicia, la salud, todo.
– ¿Alguna vez la sociología y el arte se
tocaron?
– Todo el tiempo se tocaban, porque mi
abuelo que fue arquitecto, dejó por ahí algunas cosas que fui mirando desde
chico, entonces el bicho de las formas, de los aparatos o dispositivos formales
estuvo antes de estudiar sociología incluso. Cuando pensé qué es lo que iba
estudiar, se presentó ante mí un abanico inmenso de disciplinas interesantes,
pero creo que por un tema de coherencia política, con el tiempo la sociología
me agarró.
– ¿Ejerces de sociólogo?
– No. Desde hace mucho tiempo me dedico
a las artes visuales.
EL SOPORTE PRIMARIO
– ¿Cómo se compone la retrospectiva?
– Tiene la coherencia de mostrar desde
mis inicios hasta trabajos de este último tiempo, con obras del año pasado y de
éste incluso, actualizando la contingencia misma de mi praxis. Una primera
etapa se podría decir que es bien antropológica y primitivista, en el sentido
de que todo lo que uno observa y empieza a especular se expresa en una gráfica
bastante insistente, bien barroca y expresiva.
– ¿Insistente en el sentido del
grafismo?
– Tal cual…
– ¿Como una acción neurótica…?
– También. Sin embargo existe la
preeminencia a lo artesano, en el sentido de volver a ciertas raíces de la
primera modernidad y el primer expresionismo alemán, fundamentalmente donde
ello le da mucha coherencia al tema de dibujar, de pintar, esculpir, en una
serie de condiciones todas muy materiales, con objetos muy básicos y eso me
gusta mucho.
– No sé si compartes la siguiente
reflexión: El hecho de dibujar directo sobre papel, el hecho de expresarse
digamos a través de la mano y de elementos tan sencillos finalmente habla de
una autonomía e independencia. Si hacemos una analogía a elementos como el
aire, dibujar como respirar, como beber agua, es tan vital como los elementos
básicos indispensables que adquieren una categoría en cierto momento. Un papel
en blanco se puede transformar de la nada o gracias a todo en una obra.
– Tal cual. Muy mágico eso.
– Al dibujar no dependes de nadie ni de
nada, no le pides permiso a nadie, no compras nada, no pides ideas. ¿Cómo
enfrentas eso?
– Es muy interesante lo que dices,
porque se acerca mucho a las reflexiones que he tenido siempre con este soporte
primario, que uno podría decir que es el papel o una servilleta o los croquis,
los cuadernos Artel para croquear en todos lados, un poco eso ha sido mi
disciplina, paso siempre dándole a la idea donde después construyo la obra
final, bosquejo mucho para llegar a una especie de composición extravagante,
media psicodélica, atemporal y por otro lado muy primitivista, en el sentido de
lo antropológico, entendido como primer lugar de lo humano, haciendo una
transición entre esa cosa arqueológica que tiene, donde las civilizaciones se
van sobrepasando unas a otras. De hecho el arqueólogo eso hace, mira a Michel
Foucault cuando habla de la arqueología de los saberes, develando las capas que
hay, las distintas civilizaciones y sus culturas, yo también me detengo un poco
en eso, porque me manejé con muchas capas de culturas a todo ritmo, punk, rock
psicodélico y arquitectura futurista.
Tengo muchas cosas en la cabeza,
entonces, ¿cómo de alguna manera eso que es bastante intelectual e historizado,
se refleja en un momento de autoconsciencia y de exploración inconsciente?,
sumado a que hay algo impulsivo, muy pulsional y libidinal también.
Por lo mismo se desagencian varios
elementos que empiezan a interrumpirse y a chocar entre ellos y los primeros
dibujos muestran eso. Después las siguientes obras donde empieza a entrar el
collage también lo manifiestan, pero con una racionalización del espacio, ahí
cuadriculo más los temas, compongo de otra manera, mancho de otra manera, pongo
otros colores.
EL RETRATO INFINITO
– ¿Con qué te encontraste como verdad
revelada en la obra, con respecto a tu inconsciente. Qué descubriste de ti
mismo en algunos trabajos?
– Me di cuenta que un trabajo de esas
características es una inspección a uno mismo, una especie de retrato infinito
que uno empieza a generar, en su formalidad, letanía y con códigos y símbolos.
Develando una serie de asuntos que están en uno y la única manera en que pueden
respirar o salir de este encierro que es el ser, es en el dibujo libre,
espontáneo. Autores como Wols, Twombly, Pollock, de Kooning, en los cuales
existe toda una tradición que tiene ese énfasis en la imagen directa, que
plasman la intensidad de un síntoma por ejemplo y que lo traducen
estéticamente, pictóricamente y gráficamente. Ahí comprendí que mis dibujos me
entregaban mucha información acerca de mi mismo.
Por otra parte como soy coleccionista de
música, de alguna manera todo eso que conocía musicalmente tenía que expresarlo
en mis dibujos, a veces escribo de los mismos artistas que escucho, pero más
allá de eso en términos inconscientes, mi dibujo siempre ha sido muy rítmico,
algo que no es puro caos, hay mucho equilibrio adentro, existe una ruptura muy
fuerte que tiene que ver con lo dodecafónico, con la música aleatoria, la
expresionista de la Alemania de los años 20 y 30. Al escuchar
tanta música, obviamente he podido enriquecerme de una manera anómala, nada de
usual. Cuando escucho a Schubert, Clementi o al mismo Beethoven, claro que
aparecen fuerzas que descontrolan y arman. Ni que hablar de la potencia del rock;
Led Zeppelin, Nucleus, los primeros Can y Stooges, Melvins, Bardo Pond… en fin,
no hay límites con el arte y la música. En este punto, siempre cuestiono el
sentido abstracto del mercado, de cómo es tan paradójico e ineluctable.
– Pero, ¿qué descubriste de ti?
– Que de alguna manera buscaba
instalarme en el mundo de una manera placentera, por eso dejé la sociología,
porque me llevaba a una cuadrícula administrativa burocrática y determinada por
ser sumisa al poder, al político, funcionario, gubernamental. Entonces
el arte me llevo a otra experiencia, expuso un lugar primordial por el cual
sentirme motivado. Vine a este puto mundo, no para cumplirle al mal poder, a
las indecentes formas de abuso que los mismos sociólogos hoy ayudan a sostener
y reforzar. La hipocresía del sistema económico-social ha infectado también al
arte, lo ha llenado de funcionarios, de pseudoartistas, de conformistas y
obedientes. Ver que en el arte esto es regla general es un descalabro completo
del mundo sensible, de una sensibilidad épica como está inscrita en Bloch,
Lukacs, Kracauer.
DEL DIBUJO AL COLOR, Y A LA TELA
– Por eso te planteaba que tirar rayas y
crear arte es una disciplina de libertad cien por ciento, en ese sentido ¿cómo
valoras esa libertad? Porque como estás acostumbrado no te parece extraña.
¿Dirías que la libertad es un río sin orillas?
– Sí. Ahora habito un lugar donde voy al
taller a cualquier hora, a veces me quedo hasta las tres de la mañana, porque
me place, se me dio, donde el cuerpo manda también, es muy somático, biológico
y me sucede en el momento exacto, pero no es que yo lo busque, se me indica
solo. Estudiando libros me dan ganas, es algo que me arroja a ir y seguir
trabajando, cuando tengo más información es cuando más libre soy, es una lógica
orgánica que no es precisa, es la pura voluntad y mucho placer, yo busco el
placer.
– Quizá coincides con la idea de obtener
logros diarios.
– El logro le da sentido a la libertad.
– ¿Qué hitos puedes expresarnos de los
últimos trabajos que has hecho y tus logros?
– Siempre me he sentido bastante claro,
resuelto y satisfecho con lo que he hecho artísticamente. Me mantiene
tranquilo, generándome satisfacciones de toda índole, desde teóricas,
existenciales, hasta ontológicas. Mientras más satisfecho estoy con mi obra,
más me afirma en el plano existencial. El paso desplegado desde esos primeros
dibujos donde no había casi nada de color en papel y lápiz grafito, a la última
obra que es multicolor, donde he pasado por un análisis del color absoluto, así
como enfrentarme a la tela de grandes dimensiones ha sido sublime. Sobre todo
lo pictórico con óleo y acrílico sobre tela, ya que eso ha sido un
descubrimiento, porque siempre hice mucho trabajo sobre papel, por lo mismo
quisiera detenerme en el trabajo sobre tela como soporte material y estar ahí
un buen tiempo, no quiero saltar a otra cosa, me estoy entreteniendo mucho.
HERENCIAS Y DOGMAS DE LAS ESCUELAS DE
ARTE
– ¿Cómo te instalas en la escena
artística plástica nacional?
– Como no estudié en una escuela de arte,
tengo una distancia constante y evidente, por tanto mi trabajo es muy autónomo
y eso de alguna manera me genera problemas con la doxa, con la escolástica
académica que hay acá, porque las escuelas de arte tienen un piso institucional
muy fuerte.
Lo que pasa
con la Universidad de Chile; percibo que la enseñanza artística es allí un
síntoma de un modelo burocrático y canonizado que no ha encontrado la síntesis
que debe haber entre exploración, investigación y vitalismo. Ese espacio
académico no expresa ya potencia alguna, se ubica aún en un estadio
escolástico, que se yo, la clase política ha infectado todo de conspiraciones y
sumisiones dignas de una gran novela. El arte aquí es débil, opera como
sub-sistema de lo político y lo económico, definido por clanes que no quieren
perder nada; de allí los democristianos instalando a su parentela en lugares de
poder, o el pseudo socialismo haciendo de benefactor al interior de un
neoliberalismo avasallante. De modo, que, obviamente, no tengo interés alguno
de estar cerca de toda esa parafernalia insulsa. A mí me interesa el arte verdadero,
y aquí en este país hay muchos que van en esa dirección. Matías Movillo, Inés
Schmidt, Magdalena Vial, Pilar Ovalle, Magdalena Atria, Natalia Babarovic,
Sebastián Riffo, César Gabler y otros tantos que ahora se me olvidan o no
conozco. Ricardo Irarrázaval me parece excelente, Bálmes y Núñez realizaron
obras muy buenas, muy potentes. Leppe, Downey, Dávila, Tacla, son artistas de
verdad, no perdieron el sentido de lo objetivo y lo esclarecedor.
También pasa un poco con la escuela de
la Católica, pero menos te diría, en el sentido de que existe una escuela de diseño
donde Josef Albers hizo una especie de corte. Entonces claro, son íconos donde
se generan mistificaciones muy importantes, las cuales yo no tengo. Cuando
hablo con artistas de tal o cual escuela me doy cuenta que hoy dependen
demasiado de eso, de esa mitología propia de cada escuela y esa mitología igual
captura a la forma, la invade de alguna manera, el caso de Adolfo Couve en la
Chile, hasta el día de hoy uno ve a los muchachos pintar un tipo de mancha,
donde el gesto es bien claro. Lo mismo pasa con lo de Burchard, existe una
herencia de la que no se desprenden, la que es bastante pre moderna y que sigue
insistiendo y reapropiándose de lo moderno, son tensiones que yo no comparto.
– ¿Qué opinas del fenómeno de la
explosión de las galerías en los 90, que sucedió a nivel mundial no solo en
Chile?
– En Nueva York eso fue notorio, aquí esa explosión fue menor, pero interesante y necesaria; hoy claramente está todo más aburguesado. Galería Animal intentó, pero rápidamente experimentó su desajuste programático con la riqueza excesiva en individuos sin cultura estética desarrollada. Las galerías aquí dan cuenta del desajuste que existe entre la alta burguesía conservadora y los experimentos formales que los artistas desarrollan.
– La preguntas es, ¿qué tanto daño
hicieron las galerías para que el artista fuese autocomplaciente con su trabajo
y facilitar que las galerías vendiesen? ¿Se perdieron libertades?
– Soy muy respetuoso de las galerías y
de su trabajo, porque alquilar un espacio para que mes a mes se monten
dispositivos formales de toda índole es una gran generosidad. Creo que toda
galería, todo espacio donde se muestre arte de manera digna es fantástico,
bienvenido.
– ¿No te parece una respuesta
políticamente correcta?
– Lo que pasa es que las galerías en
este país son dirigidas por personas que provienen de una derecha económica o
reformista, a lo más son centristas y no hacen un análisis real de las
condiciones de producción del arte, por lo tanto invitan a exponer a los que
empiezan a tener nombre y quiénes tienen nombre son nombres que otorga
fundamentalmente el diario El Mercurio con el Artes y Letras, así es desde hace
20 o 30 años. Era el gran lugar de información del arte, ahí existe una
reducción conceptual, historiográfica y de todo tipo, donde se entiende qué es lo que pasó artísticamente. Claro, las galerías le abrieron a fines de
los años 80 y principios del 90 fundamentalmente a un tipo de obra que sabían
las galeristas, fundamentalmente mujeres, se podía vender, donde se desarrolló
un trabajo de mercadotecnia y marketing en la cual no íban a exponer a ciertos
artistas o fotografías mostrando las tetas, porque eso era invendible, sobre
todo para la burguesía que compraba arte en ese momento, una nueva burguesía
progresista y no progresista.
– En el arte y la música se habla del
mainstream y del underground como fenómenos sociales, donde se visibilizan y se
invisibilizan por ciertos intereses, ¿Qué opinión tienes de lo oficial y lo en
off?
– Lo que pasa es que las vanguardias o
el tipo de arte o experiencias experimentales exploratorias, siempre las llevan
a cabo ciertos sujetos que tienen pretensión política, culturalmente utópica y
se lo plantean como una misión histórica relevante. Los artistas que no
participan de esa lógica y que rápidamente se inscriben en el mainstream, lo
que quieren es justamente participar rápidamente de los beneficios de eso, hacerse
de un nombre que reditúe simbólicamente en la clase dominante; por esto mismo,
el arribismo y racismo tan concluyentes aquí.
– Interesante eso. Muchos artistas sin
escuela siempre tienen la paranoia de no tener escuela, sin embargo en mis conversaciones
les digo que tienen la ventaja de que no los deformaron, porque te deforman, te
llevan a ciertos planos muy técnicos.
– Es un sistema, más que de los profes,
porque al final si uno saca el resultado de eso, casi todos los artistas salen
bastante adoloridos, he hablado con algunos y no se pueden sacar los traumas,
te reprimen en vez de dejarte ser más libre con tu trabajo, ser más objetivo,
más heroico, más épico, como que la institución de alguna manera te atrapa. Por
eso te decía lo de Couve y Burchard, porque es notorio que ahí habita una
columna conceptual teórica y de todo tipo, una plástica formal que en la
Universidad de Chile cuesta desentenderse, como si hubiese una obligación de
seguir el cannon y el patrón hasta las últimas consecuencias, no hay una
liberalización real, una profundización, una experimentación salvaje. El arte
es para dejar la cagá, no es para andar haciendo webaditas.
SER DE VERDAD UNO MISMO
– ¿El término “salvaje” lo ves como
libertad?
– Bueno, yo hablo desde mí, porque todo
artista es un sujeto muy particular e individual, con elementos intersubjetivos
muy particulares, entonces la escuela como instrucción pedagógica genera una
doxa y una ortodoxia, en el sentido de que promueve ejercicios formales y
conceptuales bastante rígidos, que son planteados a un grupo de alumnos y ese
método de machacar, esa pragmática también lo que hace de a poco es disolver
elementos que son salvajes e identitarios, de mucha individualidad y
particularidad, entonces el tipo que entra a hacer arte juega con todo esto, se
empieza a volver loco para darle el gusto al profesor, sobre todo si su trabajo
no le gusta al profe, entonces ese artista empieza a ser condicionado, no solo
socialmente sino académicamente e institucionalmente, formalmente y una serie
de cosas estilísticamente hablando. Ese estudiante de arte empieza a pasarlo
mal, yo lo he visto y les cuesta hablar de eso porque tienen fantasmas adentro.
EL TÍTULO GUÍA LA OBRA
– ¿Qué elementos sociológicos nítidos
tiene tu obra?
– Muchos, desde el plano puramente
formal de la imagen habitan elementos materiales que condicionan semánticamente
la obra. Existe un momento que estos elementos sociológicos se afianzan, porque
de alguna manera se cubre el soporte de lecturas posibles, históricas,
sociológicas y políticas, hay palabras, frases e imágenes, mucho collage y eso
de alguna manera hace una relación entre formas, entre conceptos, colores,
espacio, construcción, composición, donde al final lo que puedes ir viendo es
la construcción de un mundo post industrial, de una modernidad donde en su
interior se generan varios dispositivos que son culturales, políticos y que
hablan. No solamente pongo una imagen, sino además en los títulos de cada obra
se sistematiza lo que quise decir en la obra, porque si alguien no puede leer
toda esa posible sociología, ese encuadramiento sociológico, el título le ayuda
para ir hacia allá, hablo mucho de las guerras imperialistas, hay mucho tema
con la cultura de masas, también con la cultura política entendida como un
lugar de elite.
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