HOMENAJE A ZALO REYES EN REVISTA LA NOCHE
Cantante popular
“NOSOTROS SOMOS
BA–LA–DIS–TAS, NUNCA HEMOS SIDO TROPICALES”
“¿Sabís
qué? Estos hueones de la tele o los políticos no están ni ahí con uno… lo toman
como simpático, entretenido, el roto pintoresco… pico, hueón ¡Pallá p’arriba no
hay graffitis, no hay lomos de toro! Nada, hueón… nada. Nosotros escuchamos al
curado que está en la calle, llorando por celos con la cerveza en la mano… ¡El
sentimiento es el final de la hueá! ¡Esa es la hueá…! Yo he ido pallá p’ arriba
y no me gustaría pa’ ná esa forma de vida… Me gustó que me costara, me gusta mi
loro, mi jardín, mi perro, me gusta lo que me costó”.
Por Rudy Wiedmaier
¿Qué hace que un artista, adquiera con el paso de los años ese aire de
leyenda, incluso contra sus propios deseos? Pienso en eso, mientras esta tarde del
2011 junto a Jaime Piña, director de La Noche, realizamos esta entrevista para
la edición 42 de la revista. Avanzamos en su reconstruído Nissan, como unos
renovados Starsky y Hutch, por las calles de algún lugar del barrio norte,
cercano a Vivaceta, en dirección a la casa del gorrión de Conchalí. “No me cambio ni de barrio ni de casa”,
ha sido su declaración de principios. Mientras nos acercamos, entre ruidos de
loros, veo en su estudio de grabación al hombre de espaldas, metido en una
intensa camisa roja, girarse lentamente: “Me
dijeron que iban a venir… adelante, adelante”.
“¿Tú eres músico, no?”, me pregunta
Zalo. Y comienza esta charla que no olvidaré, como no olvidaré esta tarde de
diciembre, cuando el año 2011 se extingue frente a nuestros ojos.
– Zalo, ¿tú crees en “El
pago de Chile”?
– ¿Te cuento?, yo no puedo decir eso, a mí el público me ha tratado muy
bien, la radio, la televisión, los jóvenes, los músicos. Llegó ahora el “Show
Kitsch”, tú sabes lo que es eso: en la “Blondie”, la disco “Huevo”, en la “Sala
Murano”, me nombraron el “Rey del Kitsch”. Tú vas a esa discoteca y de repente,
en el peak de la fiesta, el Dj para, y hace cantar a “Zalo Reyes” tres, cuatro
canciones me dicen. Y los jóvenes cantan mis canciones de pé a pá.
– ¿Qué opinas de esto en
relación al resto de tus colegas?
– Que, aunque al pueblo le han hablado del 2012 y Los Mayas, ¡todavía
no nos hemos empezado a querer como deberíamos querernos! Somos poco
nacionalistas. Cuando fui a México, Pasalacqua dijo en una revista que me
habían echado… ese hombre habla puras tonteras… qué manera de hablar huevás.
¡Yo fui a México por tres meses, a Guadalajara, Monterrey, Acapulco y un montón
de ciudades más, a todo el DF y me vine aunque querían que siguiera en
promoción. Me vine porque estaba empezando a perder aquí el peak. Me llevaron a
México a un programa y actué en El Orange Bowl de Miami, que es un estadio
grandísimo y salí en la revista “Billboard”. Siempre hablan de los que salen en
la “Billboard” y nunca dicen que yo salí en cuatro páginas… Bueno, en México me
dijeron: “Si usted no canta con músicos
mexicanos, no puede cantar acá con sus músicos”.
– Ellos protegen al artista
local.
– Sipo. ¿Cuándo uno se va a comparar con ellos? En Chile somos 15
millones, y ellos son 150 millones, po. Pero claro, Tommy y Leo Rey me hicieron
un homenaje, y dijeron: “Para el único y
verdadero ídolo chileno” Y yo me enojé, po, y les dije: “Yo no soy el único” y el Leo Rey me
dijo: “Bueno, pa mí sí, po”… Mira, el
“Gitano” vino a grabar conmigo aquí… la señora del Mark Anthony, la Jennifer
López hizo un concurso y lo escogió a él. Vino “Villa Cariño”, que grabó “La
prisionera”, hay unos cabros nuevos, no sé si conoces la música “Dance Hall…”
– Sí, Claro…
– Los Chamanes, con ellos hice una versión de “La prisionera” y fue
todo un éxito…
– Sí, con ellos te vi en
“Alfombra Roja”, gran versión.
– Yo opté por juntarme con los jóvenes, aquí llegan muchos talentosos a
buscarme.
– ¿Cuál es tu estrategia
para enfrentar esta década que recién comienza?
– Buscar canciones hermosas… yo tuve suerte, nadie sabe la historia de
“Una lágrima en la garganta”, es de Roberto Leavy, uno de los más grandes
compositores de todos los tiempos, hace 35 años lo descubrí antes que Julio
Iglesias, Raphael y Roberto Carlos, quienes lo conocieron 15 años después.
¿Cuál es la estrategia? Grabar buenas canciones.“La Prisionera” es un tema extraordinario…
– ¿A la hora de hacer un
disco, por qué criterio te dejas guiar?
– Por lo que me gusta a mí: la melodía bonita, la armonía y la canción
que me quede bien, no solo con el cantante sino con la persona. Yo siempre he
sido un gallo sincero en televisión, por eso la gente me quiere. Siempre he
hablado de mi barrio, vivo donde mismo, y las frases mías han sido famosas: “Yo no me cambio de barrio”, “los rubiecitos
de ojos azules”, “cuándo vai pa la casa”. Son palabras que a la gente le
quedan. Uno tiene que ser parecido a la gente, no ser un hueón pesado, querer a
la gente humilde, darle el beso a la viejita sin dientes, ojalá un piquito,
estar con los presos, no ser tan descuadrado con los precios, dejar ganar
también a los otros. Y tener un equipo de músicos sensibles que logren el
sonido que tu querís.
– ¿Qué crees tú que define
la suerte de un artista?
– Yo tuve la suerte de empezar en “El festival de la una”, que fue una
década en que tú cantabas con la orquesta de Horacio Saavedra, todos los días,
en todos los hogares, sin alternativa del TV cable. Ahí yo metí como tres,
cuatro temas. Ahora tengo diez temas nuevos y los medios no pescan… ahí está el
pago de Chile. Hace poco hice un show en el Arena, los productores se gastaron
como 50 millones, no fue niun medio, hueón, nadie, ni uno… Pero ¿sabís qué? el
público que había, era mío. Muchos que llenan, invitan gente, regalan entradas
y llevan a otros artistas. Yo fui solo, y sé que los que estaban ahí eran míos…
– ¿El éxito o el fracaso de
un artista tiene que ver con el carácter?
– Sí. Con no hacerse el lindo, ser auténtico. A mí cuando me
entrevistan, digo las huevás que me pasan, las que son de verdad. Los artistas
siempre quieren quedar bien, inventan cosas y hablan en otro tono.
– Tú fuiste cantante del
grupo “Capablanca”.
– “Capablanca”, “Punto 6”,“Los Galos”, “Los Golpes”, pero los más
importantes: “Los Ángeles Negros”.
– De los cantantes, ¿a quién
destacarías tú?
– Yo soy muy amigo de Lucho Muñoz, fui amigo de “Rubén Alegre”; que
cantaba muy triste en “Los Golpes”, a ellos los pedían afuera más que a “Los
Angeles Negros”, pero nunca pudieron surgir. Yo fui el último cantante de los
“Capablanca”. En esa época no podía ser que un grupo tuviera un órgano “Hammond
Leslie”, que es el que tenía Deep Purple, y unos gringos que nos llevaron a los
veranos Belmont nos compraron unos equipos como los de los Beatles. Teníamos
Fender bassman y batería Ludwig. Era ver a unos hueones en un barrio, que
apretaban una sola tecla, y se movía toda la huevá. Tanto, que Horacio Saavedra
le pedía prestado el teclado a “Manola Palma” pa´ Viña. El sonido siempre fue
bueno. Y yo me piteaba todos los ensayos de todos los cantantes del “Festival
de la una”: ahí aprendí lo que era un “calderón”, “un “crescendo”, un
“pianíssimo”.Yo tenía ahí la edad del cabro joven, antes de los 30, cuando
tenís la voz bonita. A mí se me murió mi papá, mi mamá; se casó mi hermano, me
fui a la Marina y quedé pato y solo, botao, solo en el mundo. Estamos hablando
del año 76. Como no me embarqué en la Marina, grabé diez discos chicos
–singles– que no pegaron, y un hueón me dijo: “No, grábate un long-play”, y lo grabé y no pegó ná tampoco. Y ahí
un viejo me llamó y me dijo: “Grábate
esta canción”. Era “Una lágrima y un recuerdo”, que tiene dos tonos, y la
canté y vendí 110.000 copias.
– ¿Cómo fue tu relación con
los sellos discográficos?
– Los sellos y todos los periodistas antiguos… juleros son, po. Yo,
primero entro al sello Alba, y Roberto Inglés, productor…
– El de “Ata una cinta
amarilla al viejo roble”
– ¡¡“Ata una cinta amarilla al viejo roble”!! Esa misma. En ese tiempo
“Roberto Inglés” va a una convención donde estaban Leslie Murray, el grupo
“Maleza”, y cuando vuelven de la convención, dicen: “Vencimos”. Todos llevaban diapositivas y nosotros llevábamos solamente fotos de
promoción y triunfamos con un solo artista que lo pidieron en toda América:
Boris Leonardo González Reyes: yo po.
– ¿A quiénes admiras, Zalo?
– Germaín de la Fuente es mi ídolo máximo.
– ¿Te ves con él?
– Vino pacá como tres veces a tomar once. Él sabe que soy su admirador
porque lo amo, yo se lo he dicho en su cara: “Yo te amo”.
– Cuéntanos algo de “Los
Ángeles Negros”
– Antiguamente los cantantes chilenos sonaban como Gatica y Antonio
Prieto, y de repente, aparece un cantante con voz tenor terrible, con un grupo
beat e inventan la balada beat, y ahí hay un señor muy importante que se
llamaba Lucho Ortiz –porque la otra vez en una radio, un hueón hablaba puras
huevadas, que la batería no era importante en “Los Ángeles Negros”– y Ortiz es
quien inventó la balada sincopada: “Amor,
adiós…” –Zalo canta y golpea la silla–.
– Era un ritmo más soul.
– Soul beat, era distinto, no era el mismo ritmo cuadrado de antes… ¡La
gente no conoce la diferencia entre una balada y un bolero, hueón! Chile, para
tener un nombre tan grande como Lucho Gatica, que lo pifiaron los hueones aquí,
que estuvo con los Beatles –con él grabaron un tema, “Bésame mucho”–, estuvo
con Elvis Presley, con Frank Sinatra, y ese hueón, del que nadie habla, fue
baladista… nosotros somos BA- LA- DIS- TAS, nunca hemos sido tropicales.
– ¿Qué admiras de “Los
Angeles Negros”?
– La voz del hueón, el gusto pa cantar. Grande, si es el único, los
demás son mentiras. “Germaín” es extraordinario, la voz, la potencia, el
vibrato. Las guitarras eran rockeras.
– Zalo, ¿te interesa la
televisión?
– Para nada. Internet le está ganado a la tele, qué rato. “Los
Chamanes” me invitaron a un show donde había 10 mil jóvenes, y cabros de 17
años cantaban mis canciones.
– Los de la televisión no
tienen toda la baraja en la mano… ¿cómo enfrentas tú esta nueva etapa que se
inicia?
– Con los jóvenes. Estos otros hueones se quedaron atrás. El Pasalacqua
y todos estos hueones… no saben, hueón, NO SA-BEN… Nunca he visto un periodista
en terreno po, hueón, nunca ha ido un hueón a ver un show cuando dejo la cagá…
En la tele me dicen: “Canta La lágrima en
la garganta”. Nunca me preguntan qué otra huevá nueva tengo, y tengo 100
discos, 100 producciones hechas para cuando yo me muera… ¿Te imaginai? Ahora se
está usando la hueá caleta, exclusiva. Ojalá que no vaya a la tele.
– ¿Qué piensas de esta
especie de muro de Berlín que existe de Plaza Italia para arriba, el poder
económico, la televisión, la publicidad, los políticos por un lado y el pueblo
por otro?
– ¿Sabís qué? Estos hueones de la tele o los políticos no están ni ahí
con uno… lo toman como simpático, entretenido, el roto pintoresco… pico, hueón
¡Pallá p’arriba no hay graffitis, no hay lomos de toro!
Nada, hueón… nada. Nosotros escuchamos al curado que está en la calle,
llorando por celos con la cerveza en la mano… ¡El sentimiento es el final de la
hueá! ¡Esa es la hueá…! Yo he ido pallá p’ arriba y no me gustaría pa’ ná, esa
forma de vida… Me gustó que me costara, me gusta mi loro, mi jardín, mi perro,
me gusta lo que me costó.
La charla continúa en el patio de su casa donde escuchamos sus inolvidables
canciones en un Wurlitzer, bebemos cerveza –él discretamente, para
acompañarnos–, y la tarde se irá apagando como el grabador de esta entrevista.
Un abrazo y la invitación para volver, nos dice que su famosa frase “Cuándo vai pa la casa” es tan verdadera
como su calidad de artista y persona. Un afiche de Zalo joven y vestido de cow
boy, nos despide desde el patio.
Cuando subimos al auto y le pregunto a Piña: “Starsky… ¿cómo quedaste?”, “Okey y conforme, Hutch”– me dice–, “yo pa dentro” le digo y salimos
volando, ¿o volados?, como en la serie de los años 70, muy emocionados.
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