CONSTANZA FARÍAS KÖHNENKAMPF, EN HOMENAJE A PEDRO LEMEBEL
PRODUCTORA
PEDRO SE FUE EN LA PLENITUD DE SU CARRERA
Por Jaime Piña
Fotografías Constanza Farías
El 96 conoce a Pedro en Radio Tierra, dos años después de entrar a la
radioemisora, cuando era una chica feminista y punk, de eso ha pasado un buen
tiempo, sin embargo aún le queda algo de punk, porque no se compra el cuento de
nada y duda del establishment totalmente.
Fue la productora y apoyo en las presentaciones poéticas de Pedro, que
trascendieron las lecturas desde una mesa para convertirse en verdaderos
espectáculos audiovisuales. Conti es sagaz y matea, sus ancestros alemanes
llegaron a Valparaíso en 1890, para posteriormente construir un hotel en
Zapallar.
Es una productora versatil, actualmente hace charlas TEDx, que es una
licencia canadiense a la que ciertas organizaciones pueden optar para que en 18
minutos un expositor pueda difundir una idea. Eventos que en este último tiempo
ha realizado para la Universidad de Chile. Procura la difusión de contenidos
entretenidos, por lo mismo para facilitarlos los realiza a través de formas
creativas, comenta: “El entrenamiento de los oradores lo hago en función de
que puedan impactar al público desde lo lúdico, el humor e irrumpiendo con una
idea”.
SIEMPRE UNA RADIO PRENDIDA
Conti es quien estuvo más cerca de Lemebel durante los últimos años y
en esta conversación logramos conocerlo en muchos planos que lo revitalizan,
comenta: “Pedro pasó a ser propiedad del pueblo después de su muerte. Sus
programas en Radio Tierra se extendieron hacia una clase social que no tenía
acceso a la cultura, él lo dijo en una entrevista, que puede no haber libros en
un hogar humilde, pero siempre habrá una radio prendida, esa extensión marcó su
trabajo y llegó a conquistar grandes audiencias”.
– ¿Qué cosas esencialmente rescatarías?
– Que estaba conectado con la marginalidad, como la vivencia de vivir
debajo de un puente, la loca en el sitio eriazo buscando sexo con desconocidos,
el delincuente que ronda. La conexión con esas temáticas le apasionaban, porque
es el lugar de seres vivientes que no pertenecen a la cultura, están en la
crónica roja y él los saca de ahí y los instala en escena. Él inventó un mundo,
así como inventó un lenguaje radial para que la literatura fuese oída. Es muy
importante que no se pierda la entrega de esa experiencia, de llevar la cultura
al medio auditivo y al escenario, porque es un estímulo para los jóvenes que no
tienen motivación. En un colegio vi un homenaje a Pedro, con jóvenes de 12 a 16
años muy motivados, alucinados con lo que su profesor les enseñó sobre alguien
que viniendo del Zanjón de La Aguada, llegara a Europa y a lugares que nunca
pensó que podía llegar.
SER UNO MISMO, SER AUTÉNTICO
Dan ganas de meterse en el personaje y saber el modelo creativo
motivacional que tuvo para desarrollar su obra, en algún momento descubrió que
por sus propios medios e inteligencia podía desarrollarse, cuenta Conti: “Pedro
fue el mismo y eso es lo interesante. Cuando los jóvenes o los adultos
mayores tienen acceso a su obra, en el fondo lo que validan es su autenticidad,
no obedeció ni transó, fue súper claro con lo que quería”.
– ¿Qué quería?
– Mostrar lo popular, al flaite, al vendedor y al curadito de La Vega.
Si uno analiza su obra, su literatura sobre todo, se encuentra con personajes
que no tienen un lugar, sin embargo él les da un lugar, que no es un número,
que tienen una historia, que se sientan a la mesa, que se curan, que tiran, que
se conectan con el placer.
– ¿A qué te refieres con el placer?
– Para él era un tema, tenía un dicho: “un vaso de agua y un polvito
no se le niega a nadie”, siempre estaba en la vibración del placer, de tirar,
de tomar, de volarse, de comer rico, tenía ese conecte que a veces la pobreza
no deja o es más difícil o no se logra, no digo que la gente pobre lo pase mal,
¡no!, también lo pasan bien. Ese pasarlo bien le interesaba que se supiera. Más
que la gente pobre es la gente popular y en lo popular entra el feriante que
tiene poder adquisitivo, el dueño de la botillería, el quiosquero, el minero,
que está en lo popular más que en la pobreza misma.
– Hay un doble eje, la extracción social baja y la homosexualidad que
es discriminada, pero él la reivindicaba, se pintaba y usaba taco alto.
– Usó tacos altos rojos para evidenciar que la homosexualidad y el
travestismo también podían estar en espacios culturales importantes y era
político porque la frivolidad del taco pasaba a reivindicar esa condición.
– ¿Se reivindicó como un héroe de género?
– En el fondo se trató del cuerpo, él citaba a la escritora y su amiga
Carmen Berenguer, que hablaba de que las mujeres y los homosexuales son cuerpos
castigados y él mostraba eso con la performance, que era totalmente cuerpo.
Tiendo a pensar que el cuerpo como elemento de placer, dolor y castigo, era el
gran leitmotiv de Pedro.
EL MODELO GAY VACÍO DE
EE.UU.
– Cambiando de tema, hay que reconocer que el pueblo cambió, que hoy
tiene aspiraciones materialistas, que someterlo a la ignorancia como objetivo
del capitalismo se logró, ¿qué pensaba Pedro de eso?
– Él hablaba de la glotonería, de esa familia que se come la pizza y
después se toma la tonta gaseosa, que si bien hay un conecte con el goce,
también hay una devaluación del cuerpo a través de eso. Encontraba vacía la
glotonería que siempre quería más.
– Hasta hace unas décadas atrás había cultura en las poblaciones y cada
vez se ha reducido más.
– ¿Sabes cuál es el problema de ahora?, el narcotráfico. En algún
momento conversamos acerca del flaite con Pedro, que necesita pertenecer a otra
clase social, por eso busca la ropa de marca, asalta una tienda cara para
sentir que pertenece ahí, porque finalmente el capitalismo logró que la gente
se legitime a través de lo que tiene. Era muy crítico de eso y se reflejaba en
las columnas que escribió para The Clinic y La Nación. También criticaba la
figura gay, porque venía de EE.UU., como estereotipo del homosexual en base a
modelos huecos, que no eran de aquí. De hecho detestaba que le dijeran gay.
También era crítico de la pornografía, porque nace en EE.UU. Si bien podemos
ver las figuritas Incas y las posiciones, pero eso es otra cosa. Sin embargo,
la utilización de la figura de la mujer completamente idealizada, como una
máquina sexual, que no dice no, es todo lo que el patriarcado quiere que sea la
mujer.
– ¿Hay una característica en ese homosexual culto, viajado, que lo hace
particularmente especial en su aporte a la escena del underground chileno?
– Sí. Aunque no conocí la escena cultural en dictadura, vi lo que hizo
Pedro con Las Yeguas en los 90 cuando entré a la Radio Tierra. Pero tiendo a
pensar que la valentía de mostrarse como homosexual en esa escena, era la misma
valentía para oponerse a una dictadura. Eran espacios donde ellos podían
sentirse libres, pero la libertad absoluta de un homosexual es muy difícil,
porque siempre está condicionado en algún punto, como en el espacio laboral,
que tenían que mimetizarse y pasar piola, como cuando Pedro fue profesor.
EL ESPACIO PARA LA CULTURA
– ¿Qué modelo piensas puede ser efectivo para la circulación de la
cultura?
– Pienso que lo único que la gente quiere es juntarse, verse y
expresarse desde adentro, más que mostrarse en selfies. En ese deseo de
comunicarse, obviamente que eventos que congregan a personas donde se pueda
compartir y opinar, son buenas ideas. Hoy están las redes para difundir, con la
contradicción de que cualquier estupidez se puede viralizar. La pregunta es
cómo entregar cultura en un sistema que avala la tontera y lo vacío, donde una
chica regia tiene 50 mil me gusta más que un poeta.
– Quizás porque el formato del poeta leyendo en una mesa está agotado…
– Creo que el formato para instalar contenido existe, aunque hoy se use
para otros fines, ellos se pueden usar sin trivializar la cultura y eso Pedro
lo sabía muy bien, en todas sus presentaciones entraba con una especie de stand
up comedy, se reía de sí mismo y la gente lo pasaba muy bien.
– ¿Cómo diseñaban un evento, buscaban un lugar?
– No, Pedro recibía invitaciones siempre, que él aceptaba o rechazaba
dependiendo de las condiciones que se dieran, igual hizo cosas gratis que
estuviesen relacionadas con los derechos humanos. Hubo invitaciones de
universidades, de ferias del libro, de distintos países y en base a eso se
trabajaba el concepto de su presentación. Elegía las crónicas y luego las
ensayábamos, grabábamos en un dispositivo y la música la utilizábamos desde un
DVD con parlantes. Un tiempo nos prestaron un teatro para ensayar. Había un
nivel de exigencia en cuanto a la presentación súper alto, era un
perfeccionista tremendo.
– ¿La internacionalización de Pedro lo cambió, se sintió ciudadano del
mundo?
– Sí, porque los viajes abren la mente, fuimos a Buenos Aires varias
veces, Ecuador, México, Brasil, Bolivia. No le gustaba viajar solo, conmigo
hizo una buena dupla porque lo podía ordenar en el buen sentido, porque era incorregible.
Varias veces me dijo que le gustaba viajar conmigo y él no era tan expresivo
emocionalmente, no decía te quiero. Pedía cosas raras como un teatro y eso no
lo entendía nadie porque solo iba a lanzar un libro, yo resolvía problemas por
ejemplo de audio y la escena, al tener una asistente se veía más fuerte y
profesional.
– ¿Por qué pedía un teatro?
– Por el tipo de puesta en escena que hacía, realizando lecturas con
música, imágenes e iluminación. Logró hacer espectáculos como él quería, con buen
micrófono, con música que sonaba bien e iluminación pertinente. Pedía pantalla
porque ponía imágenes de performances que había hecho anteriormente, grababa
videos especialmente para las lecturas de las crónicas. Lo que más trabajaba
era el contrapunto entre lo que estaba diciendo, la música y la imagen que
mostraba, era una poesía visual. Él fue pionero y visionario, logró traducir en
lenguaje audiovisual lo que quería transmitir, trascendiendo el texto como
material estático, sacándolo del libro y transformándolo .
– ¿Pedro en su cotidiano pensaba siempre en la creación? ¿O vivía en su
fase incorregible de artista?
– Estaba en constante creación, la televisión estaba prendida todo el
día en su casa, sacaba mucho material de ahí para escribir y criticar al
sistema, al pueblo glotón del que hablaba. Aprendí mucho de su capacidad de
observación, me enseñó a ver, íbamos por la calle y observábamos todo, al tipo
que pedía plata, también a las putas. Miraba ese paisaje humano y desde ahí
construía su creación, esto en el Barrio Santiago Centro, íbamos mucho a
Mapocho y a La Vega.
– Sobre lo incorregible de Pedro…
– ...Digo incorregible porque era alguien al que no le podías decir,
oye Pedro, no puedes ser así. Él no escuchaba, era como era y jódanse. Le
encantaba la vida social, las onces con tecito y huevo revuelto con tomate en
el balcón en verano. Esa fue la vida laboral que compartimos, pero él tenía
otros horarios donde no estaba yo y más relacionados con alcohol.
– ¿Qué decía de la loca?
– Que tenía una mirada oblicua, la loca podía estar mirando hacia allá
pero sabía perfectamente lo que estaba pasando atrás y eso es parte de un
atributo femenino, esa mirada hacía que la loca fuese un constructor de
realidad muy amplio, podía ver más y tener un dominio del espacio. La loca
tiene que ser viva porque de la nada puede venir un neonazi, es un tema de
sobrevivencia que al mismo tiempo le da la posibilidad de comprender el mundo
de una manera más amplia.
– ¿Cuándo muere Pedro, qué sentiste en tu corazón?
– La carencia de alguien que fue súper importante, brillante, que
generó reflexión. Él le ponía color a la escena cultural y nos hace mucha
falta, sobre todo al mundo de la cultura, especialmente a la escena literaria,
el mundo del arte, la performance. En su capacidad de conversación él podía
pasar del Cerro San Cristóbal a Foucault. Se paseaba por una infinidad de temas
y eso es difícil de encontrar, porque se soltaba y era muy crítico de quien no
se soltaba, la gente muy callada no le gustaba.
– ¿Por qué crees tú que no le dieron el Premio Nacional de Literatura
el 2014?
– Fue homofobia, era evidente que no se lo darían, ese año se postuló
Antonio Skármeta y fue quien lo recibió. Pedro representaba muchas cosas que el
establishment no quería. ¿Qué homosexual ha recibido ese premio?, ninguno. Ese
año Pedro estaba con su cáncer, entonces él quería aprovechar al máximo la vida
y postular a ese premio era la manera de correr el cerco más allá, ser
reconocido por el Estado y consolidar su obra. Ahora, que no se lo hayan dado
no fue para tanto. No tenía expectativas con el premio, más expectativas tenía
con el tiempo que iba a vivir, el creyó que viviría más, que la pelea con el
cáncer sería más lenta. Que podría haber ido de gira a Europa, invitado por Ignacio
Echeverría, su amigo y editor de Anagrama. Pedro se fue en la plenitud de su
carrera.
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