LA NOCHE CONVERSÓ CON BORORO HACE UN PAR DE AÑOS ATRÁS.



Pintor.

FUI ACTIVISTA A MI MANERA COMO PINTOR

 

Texto y fotos Jaime Piña

 


Su padre fue un actor cómico, que empezó a trabajar en teatro a los cuatro años, relata Bororo: “Mi abuelo tocaba un pianito y mi papá hacía de bufón en las plazas de Valparaíso. A los 15 hizo obras de teatro y a los 19 tenía un nombre con el que recorrió Chile”. Por sus tres hijos, deja el teatro y entra a trabajar al Banco del Estado, prosigue Bororo: “Se mandó el tremendo sacrificio de trabajar en un banco siendo un actor por naturaleza. Cuando se jubiló y entró al Bim Bam Bum yo tenía 14 años, ahí conocí el mundo de los actores cómicos y veía a las minas en pelota –se ríe–. El teatro es fascinante como el circo, algo miserable pero alegre. Esa fue una etapa increíble para mi formación como pintor”.

Su papá era divertido y muy histriónico, prosigue: “…yo pensaba que todos los papás eran iguales. Cuando conocí a los papás de mis amigos, me di cuenta que era hijo de un duende, de una persona que estaba en otra dimensión. Al conocer el mundo del teatro, me doy cuenta que es una mezcla de ficción, drama y mucha risa, eso me quedó para siempre”.

 

EL MURAL Y SU UNIVERSO IMAGINARIO

– Aquí se suman dos cosas interesantes: una es el trabajo de cómic que tiene relación con la secuencia escénica y por otro lado la cosa teatral. Entonces de alguna manera tu pintura es un universo vivo que se retrata en escenas, en fotogramas, ¿cómo vives ese universo?

– Aparte de la influencia del teatro de chico, empiezo a pintar y paso por la Escuela de Bellas Artes. Cuando estudio la academia y lo clásico, me va como la mona. Me cuesta ene dibujar, construir, todo lo que uno tiene que pasar por la escuela. Era malo, tuve que hacer grandes esfuerzos para pasar de curso. A los 19 años, con el golpe empiezo a entender más cosas, antes era un tiro al aire, era súper volado, pintaba mal pero era súper entusiasta, me iba más o menos en todos los ramos pero había algo que me tiraba ene, me atraía ene pintar y de fracaso en fracaso empecé a llegar a algunos cuadros. En cuarto año cacho la papa, con un cuadro chiquitito que hice, pinté una pared blanca y le pido a unos compañeros de curso que me hagan un graffiti en el fondo, al que después pinté unos personajes encima. Pero, con esa idea de que me hicieran un graffiti, sentí que lo que estaba haciendo era más que pintar, me convertía en un grafitero; me sentí mucho más cerca de querer pintar muros que telas. Ahí caché una cosa para siempre, que es muy personal: es el universo pictórico que tengo dentro de la cabeza, que empezó en ese tiempo y no ha parado y es una cadena infinita. Siempre digo que mi sueño sería pintar la muralla china, una especie de historia sin fin.

¿Cómo cambia tu cabeza con esto del mural?

Al pintar muros comienzo a no pintar con óleos sino con esmalte de tarro, porque cuando quiero pintar un piano realista, por ejemplo, para poder hacerlo, cosa que nunca pude hacer, lo pinto con esmalte para que dé el efecto de piano. Si atrás, por ejemplo, hay una pizarra que es opaca, uso látex, que es opaco, entonces juego, me encuentro con la pintura de una manera distinta al pintor de caballete, sino como una especie de pintor de brocha gorda de frentón y eso fue cada vez más estimulante. Fui inventando cada vez más mezclas, incluso pasaba en bicicleta encima de los cuadros.

 

EN LA ESCUELA UN SIETE

Su historia en la escuela de arte es muy particular: “…ahí tuve mucha suerte con los profes, una vez Fernán Meza, que me ponía puros unos, a fin de semestre me dijo: ‘Oye pero tú tienes siete unos’, los sumaba, uno más uno, más uno… etcétera, te da siete y me ponía nota final siete’. Tuve a Eduardo Garreaux que me obligó a dibujar, me enseñó la academia. Dividía la clase en tres: los rematados de penca, los mediocres y los buenos y yo estaba en los rematados de penca. Me decía ‘que increíble que pudiendo estar en los otros lugares, te conformas con estar en el peor’. Fue entonces que me piqué y aprendí la academia, me fue más o menos, salvé, digamos”.

Cuando conoce el expresionismo alemán y el dadaísmo se empieza a sentir en su lugar: “Hasta el día de hoy soy un pintor expresionista. Empiezo a conocer a Goya y a maestros como Picasso que es un delirio, además de lo genial es divertido. Entremedio mezclado con el Pato Donald y el Ratón Mickey. Al final de la escuela, cuando te dan chipe libre, empiezo a inventar, a manchar y a usar mis técnicas que no tienen nada que ver con la academia. Desde chico me sedujo la mancha, como a todos y en la pintura es importante, veía cosas, un león, una carretera… Y empiezo a usar la mancha. Aparecen los pintores Bacon, Matta y la mezcla se hace en mi cabeza y aparece esta pintura”.

 


UN TIPO INSÓLITO

– Ganaste una bienal el año 85, con una pintura llamada El Calefont y después aparece otra, La Cazuela. Dos pinturas que generaron impacto en el mundo del arte.

– Gané con un cuadro de 3 x 3 metros, un papel que colgué con chinches, que ya era un acto raro, cuando todos usaban perfil de aluminio… Usar chinches era como pa’ echarte cagando pa’ fuera. Gráficamente era una explosión de dibujos, lleno de monos, cómics, lo mirabas y era explosivo, delirante, al jurado no le importó el chinche. En Valparaíso encontraron un escándalo que ganara un cuadro con puras rayas. Antes había ganado dos concursos más, era curioso que ganara concursos con una pintura tan rara, después aparece la publicidad de mi trabajo, me hacen entrevistas y se sorprenden cómo ese tipo de pintura ganara premios. Además yo era desordenado, chascón, tenía mala pinta. Decía que comía porotos con riendas, que escuchaba a Jimmy Hendrix. Cuando trataba de decir algo serio, no interesaba, para los periodistas lo curioso era este ser insólito que ganaba concursos y hartos.

 

¿Qué persona eras tú entonces?

–La misma que soy ahora, divertido, extrovertido, con una intimidad potente. Súper alegre, súper alcohólico, bueno pal pito, bohemio, me gustaba el carrete, tenía puros amigos buenos pal carrete, mucha risa. El taller era el templo, ahí se acababa todo el webeo, durante el trabajo adopto una actitud de monje.

 

– En dictadura ¿qué pasó?

– Al principio, para el 73, el pendejo volado empieza a tomar conciencia de lo que pasó, de lo que había sido, y me declaré anti Pinochet absolutamente. Entonces mi obra se cargó muchas veces de contenido político disfrazado de cómics, muchos milicos, muchos tanques, mucha crítica al régimen, y después cuando Pinochet empezó a soltar la mano pintaba cosas gigantes con Pablo Domínguez y Samy Benmayor, en eventos donde tocaba Illapu e Inti Illimani. Pintábamos en vivo, nos mandábamos tremendos murales. Me preocupé harto durante Pinochet, había algo por qué gritar, tomé conciencia rápido, me hizo crecer y entender que ser humano tenía que ser yo, cuáles tenían que ser mis ideales, nunca he sido político, fui bien activista, a mi manera como pintor.

 

– Con Samy Benmayor, Pablo Domínguez y Matías Pinto, apoyados por Susana Mancilla, la mujer de Benmayor, quien hace lo comercial, se relacionan con galerías y se transforman en súper ventas.

– Totalmente cierto, éramos amigos hace años, pintábamos. Hubo una exposición en España llamada “Chile vive”, durante Pinochet, ahí conocí a Matta y me tocó exponer en la misma sala. Cuando llegué al lugar, me fui de culo, la exposición más importante que he visto. Estaban todos los chilenos culturales, Marco Antonio de la Parra, Nicanor Parra, Matta, el pianista Bravo, todos los que estaban en contra. Este lote de pintores se arma por una cuestión medio política. La Susana, que es economista, nos dice:  “creo que ustedes podrían entrar perfectamente al mercado del arte y en vez de vender sus cuadros en $100, los podrían vender en $ 1.000.000” Se demoró dos o tres años en hacerlo, y lo hizo. Empezó a vender cuadros, se vinculó con empresarios y galerías. Hizo una gestión muy bien hecha. La Susana hizo que el negocio creciera. Aunque trabajar con la publicidad y todo ese tipo de cosas, fue muy criticado. Susana se preocupó de que nosotros trabajáramos, nos conseguía los bastidores, telas, todo, y nosotros lo pasábamos bomba pintando y salían los cuadros. Por su habilidad, entramos en el mercado. Empezamos a tener muchas entrevistas, a salir en muchos lugares y finalmente lo que más hizo que resultara esto, era que nosotros nos esforzamos por pintar cada vez mejor y trabajábamos todos los días, pintar pintar y pintar, y eso nos hizo ser buenos pintores también. En mi primer trabajo de publicidad para los jeans Fiorucci, la agencia me preguntó el precio y cuánto usar mi nombre, y les dije esa weá es gratis… Después entendí que si hay publicidad de por medio, tu nombre también es importante y se transforma en marca. Fui muy criticado, porque se supone que los artistas casi tienen que regalarse. Por eso la aparición de la Susana fue importante, porque ella sabe cobrar, yo hasta el día de hoy no lo sé. Alguien tiene que hacer eso por ti.

 

ME QUEDO MIRANDO EL CHEQUECITO

– ¿Alguna vez sentiste que te ibas a frustrar, que ibas a sufrir por no lograrlo?

– Nunca pensaba mucho, soy un weón súper intuitivo, y toda mi vida lo hice así, de repente lo que me tinca es lo que creo, la gente que quiero es la que elijo, nunca cuestiono mucho. De partida nunca pensé que iba a ser exitoso; que iba a vender un cuadro, menos. Y cuando comencé a vender, me sorprendí mucho y me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy. Cuando me pasan tres palos por un cuadro, todavía me quedo mirando el chequecito, no se me ha quitado la emoción de que paguen tanto por un cuadro. Pero eso no me afectó mucho, porque nunca perdí la libertad de hacer lo que hago, lo que vendo es lo que hago. Nunca me piden que pinte de una manera.

 


– Cuéntame cómo conociste a Pablo Domínguez.

– Lo conocí súper joven, de hecho era el más joven de todos. Pablo estudiaba con un maestro que le enseñaba a pintar botellas y duraznos. El pintor José León le dijo que tenía que pintar conmigo, porque creía que no podía estar pintando duraznos toda su vida. Llegó a mi taller y sentí una vibra altiro, empecé a hablar con él y lo encontré muy divertido, cuando entramos en confianza saqué una petaca de pisco, y le digo ¿querí? y se la toma entera el weón. Nos fuimos a tomar un trago y fue el día que hubo una marcha el año 83, nos fuimos de bar en bar, llegamos a Av. Matta como a las dos de la mañana y no había ni una cuestión. Ahí empezó la amistad con tuti, fue alumno mío un año, nunca le cobré un peso. Cuando me mostró las botellas y los duraznos, me di cuenta que era pintor, porque sabía hacer las cosas, sabía usar los colores, pero era una lata, y ahí le pregunté si hacía cosas por su cuenta, y me trajo un cuadro increíble. Lo entrené como pintor y después lo eché, porque ya no tenía nada más que enseñarle. Pablo era igual que nosotros, súper perseverante, trabajaba todo el día y de noche salía a carretear, y como era pobre, pintaba sobre cualquier cosa, era un tipo que necesitaba pintar. Como era talentoso creció rápido y se hizo famoso muy joven junto con la Pancha Núñez, de la misma generación, los dos talentos de ese tiempo.

 

– ¿Qué pasó con la muerte de Pablo?

– Me quedó la zorra porque era un buen amigo, como Samy, como Matías, nos quedó la zorra a todos, fue tan fuerte que los tres tendimos un poco a separarnos. La ausencia de Pablo marcó una especie de distancia entre nosotros; por suerte ahora hemos vuelto a unirnos, fue un año caótico, se le echa de menos, hablo de él todos los días. Cuando lo intervinieron para ver qué tenía, fuimos todos, salió el médico, nos dijo que había que hacer muchos exámenes, su amigo se va a ir luego y así fue, tenía un cáncer generalizado, murió muy rápido. Duró dos semanas, le llevaba galletas de vino porque no podía tomar. Pero guevió hasta el final. Pablo fue creciendo como pintor, empezó como un juego, algo parecido a nosotros, entre la mancha, pero de repente se fue al paisaje con todo, y ahí se concentró. Un gran paisajista chileno era Pablo, muy amante de la naturaleza, bueno para viajar, para ir a la playa, como pintor antiguo, tipo Van Gogh salía a paisajear con croquera, chupalla y una mochila con cervezas congeladas.

 

Comentarios

Entradas populares