PAZ RÍOS ALDEA, CONVERSA CON LA NOCHE ONLINE



ARTISTA VISUAL Y TRADUCTORA

 

LO ROMÁNTICO Y NOSTÁLGICO DEL PAISAJE VALDIVIANO

 

Por Jaime Piña

 

Expone “Jardines de agua”, en la Casa Autónoma, arte y cultura, desde el 22 de junio al 27 de julio, ubicada en calle Europa 1970, esquina Pedro de Valdivia.

Paz se define como una mujer artista chilena sureña, que vive en Santiago. Le gusta que se note lo sureña, conservando el espíritu que habita en ella. Por lo mismo con orgullo, el verano de 2022 gana el concurso pictórico Valdivia y su río, en su versión 40, que depende de la Municipalidad de Valdivia.

Para ella fue una dosis de confianza, que consolidó una trayectoria impecable como persona y como artista visual, señal de que está haciendo bien su trabajo, su pintura, su obra, comenta: “Sin duda me motivó. Pero también quisiera aclarar que antes de la premiación me sentía muy concentrada y bien estoica diría. Claro, el premio es un tremendo espaldarazo en términos prácticos y en lo afectivo para mí tiene un doble sentido, porque soy valdiviana además”.

 



ALÓ CON PAZ

Pero la vida ha seguido su curso, cuando sorpresivamente hace un año recibe una llamada de la Casa Autónoma, dependiente de la Universidad Autónoma, para invitarla a exponer, cuenta Paz: “Yo estaba en mi taller tranquila trabajando, cuando contesto una llamada donde me invitan a exponer. Todavía recuerdo con mucho agrado como fueron esas palabras, donde me dicen, que considerara la idea de hacer algo con ellos. Lo encontré extraordinario, extremadamente bueno, me dio mucho gusto así que en el acto accedí. He dedicado más de un año a la preparación de esta muestra, concentradísima”.

 


– ¿Qué significa estar concentradísima para una exposición?

– Significa estar ocupada, abocada y concentrada absolutamente en el taller desde la mañana hasta la noche, pintando, revisando, vigilando la preparación de lo que la muestra significa, porque esta muestra es importante para mí. En términos de despliegue es bien grande.

 

– ¿La concentración significa no pescar muchas energías que te puedan influir, como las malas ondas? ¿Sientes que hay malas vibraciones que te amenazan y le pones un paraguas?

– Sí claro, algo así.

 

– ¿Por qué será eso?

– No sé, mira, yo no es que crea en fantasmas, aunque sí creo en fantasmas, por lo tanto también creo en las energías, sean buenas o malas. Creo en la gente y su potencial que a veces no conocen. Creo que las personas somos, depositarios o envases de ciertas energías que en su momento podemos desplegar, algunos aprenden a hacerlo otros no. Finalmente es un asunto energético. Considero que para mí, que tengo cierta vulnerabilidad al respecto, me hace bien en esta etapa de preparación de la exposición, estar más bien concentrada. Trabajo en veinticinco obras aproximadamente.

 

– ¿Las veinticinco obras es el resultado de otras energías más positivas, que están en tu imaginario, cómo pondrías nombre o forma a esa energía?

– Esa energía se llama inspiración, sin duda. No me cuestiono al respecto, porque lo tomo de manera muy libre. Me he reconocido a mí misma como una pintora paisajista, por preferencia, porque me gusta, porque me siento llena, contenta y me pasan cosas positivas cuando pinto paisaje. Puntualmente en esta exposición hay harta nostalgia, por la evocación del paisaje sureño, de donde soy. Entonces, claro, en ese sentido la fuerza que a mí me ha invadido durante este tiempo ha sido la inspiración, me siento así desde hace tiempo. Alguna vez alguien me lo dijo, porque yo hice el comentario de que todavía no terminaba una obra y ya pensaba en la siguiente. Ese alguien me dijo: ‘es una bendita inspiración’. Me encantó, me lo quedé y lo asumo.

 

– Es como un hilo conductor que vas tirando y empieza a aparecer una parte de una imagen que uno está trabajando, que evocas, aparece en la mente y que quieres ver en la realidad.

– Sí, es verdad.

 

– ¿Por qué el nombre Jardines de agua?

– Bueno, la exposición tiene ese nombre en alusión justamente a la aquatopía, aquografía, que es tan normal, evidente en el sur de Chile, que es de donde provengo. Cada vez que comparo de dónde vengo, esas diferencias se reflejan en la exposición, porque hay mucho recuerdo, por esa cosa lárica que me motiva muchísimo. Por lo mismo me encanta la poesía de Jorge Teillier, que habla de su ancestral Lautaro y la zona sur. Yo también en esta oportunidad estoy haciendo una suerte de canto o de alegoría homenaje a la tierra donde nací.

 

– ¿Cómo podrías transmitir el espíritu del sur en esta conversación?

– Me lo puedo imaginar con los pocos recuerdos que tengo de mi niñez, de ciertos viajes, cuando era difícil y largo viajar de Valdivia a Temuco por ejemplo. No había carreteras como las de hoy. Además recordemos que en 1960 sucede el terremoto, que cumplió 63 años hace poco. Eso hizo cambiar más aún la topografía y toda la vida allá en el sur. La dispersó, la distanció, fue muy difícil en esa época viajar. Se sabía que por ciertos territorios y rutas era mejor no pasar, porque ya estaba instalado que es algo también tan natural de las personas de querer cuidar sus territorios.

 

– Dices atravesar a campo travieso un fundo, un campo de otro…

– No necesariamente, me refiero a rutas, que había muchas debido a la ausencia de las carreteras. Por ejemplo, la Cuesta de Lastarria era súper peligrosa, por dos razones, por la densa neblina y porque había gente que ha vivido siempre allá, gente mapuche y que de vez en cuando salían a saludar a los que íban pasando, por distintas razones. Acordémonos que vivimos un periodo de dictadura, que hizo cambiar mucho a la gente, hubo escasez, imagínate, cosas así debieron haber sucedido sin duda.

 

– En la exposición trasladas una parte más romántica de ese paisaje pero, ¿es parte de la naturaleza o es ficción las lagunas que se ven?

– Es parte de la naturaleza de todas maneras, mira yo debería aclarar un asunto al respecto: Valdivia que es la ciudad de donde vengo, es una ciudad humedal, que está llena subterráneamente de vertientes y ríos, con nombres y todo, con leyendas incluidas, es muy bonito eso. Es una ciudad que para el terremoto se dispersó otro tanto más, se formaron nuevos espacios rodeados de agua. La ciudad se hundió seis metros, lo sé porque fue una historia tan patente y tan grande que es imposible ignorarla como valdiviana, por eso conozco esa información. Algunos lugares que eran parques y áreas verdes se sumergieron. A la salida sur de la ciudad te puedes encontrar con una serie de extensos territorios llenos de agua, que antiguamente eran territorios ganaderos, dan cuenta de eso las estacas que aún quedan sumergidas marcando el espacio.

 

– ¿Fue porque la tierra colapsó sobre los ríos subterráneos?

– Sí, claro, además de otro acontecimiento seguido del terremoto que le llamaron el riñihuaso, que viene del nombre del río Riñihue, que se vio colapsado como un dique natural, que luego con la fuerza de los temblores, al tercer día se viene arrasando casas, dejando una marca de dos metros de lodo. Vivir en un lugar que ha sufrido un cataclismo de ese tipo es re mágico, prefiero decir que es romántico. Todo gira y está marcado por el terremoto, vivir ahí es para cargarse de esas energías. Cuando lo imaginas y lo piensas, en tu interior, el espíritu se cansa, porque empáticamente igual viviste la tragedia.

 

– ¿Tu pintura da cuenta de eso también?

– Sí sí, siempre, a eso me refiero con la nostalgia, mira como acabo de contestar, sí sí, eso es súper sureño. Entonces me defino como una mujer artista chilena sureña que vive en Santiago y se me nota, trato de conservar lo sureño de mí.



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