JORGE BARADIT CONVERSA CON LA NOCHE 142



ESCRITOR

 

“EL ADVENIMIENTO DE LA ULTRA DERECHA, RESPONDE A DINÁMICAS PLANETARIAS, NO ES EXCLUSIVO DE CHILE”


 Por Jaime Piña


En su nuevo libro como en un loop, expone la reiteración de las dinámicas oscuras de la historia. En siete relatos, muestra distintos períodos, entre ellos la dictadura de Ibáñez, de la que poco se habla, con torturados, exiliados, asesinados y que contó con el aprecio de la oligarquía y de trabajadores, dejando en claro que la economía se sobrepone a la libertad y a los derechos.

 

LOS PECES NO VEN EL AGUA

 

En un concurrido café literario de Ñuñoa, reflexionamos sobre los vértices humanistas que pueden mejorar la sociedad, en ese afán fuimos tejiendo un paisaje con diversos caminos que iban desde la cultura y el arte, hasta lo social centrado en lo político. Para él la cultura es todo lo que hacemos y cómo lo hacemos, comenta: “Nuestra forma de relacionarnos es cultura, es el océano donde nadamos y que a veces no vemos. Así como los peces no ven el agua, la labor del mundo cultural es ir renovando esas aguas, mantenerlas transparentes creando un ambiente sano, moviéndolas, a través de la expresión cultural libre de las personas”.

 


SOLTAR LOS PERROS SOLTAR

 

En otro relato, deja al descubierto que Portales planteó que a la Constitución había que violarla cuando las circunstancias lo ameriten. Afirma que Portales no fue un gran estadista, sino alguien que centró su interés en los negocios, generando un entorno estable, controlado y autoritario, para que los empresarios pudiesen producir. Comenta Baradit: “Por eso el día de su nacimiento es el día del comercio. En este país el secreto de la estabilidad económica tuvo que ver con posiciones autoritarias más allá de las leyes, lo que se tradujo en masacres y dictaduras. Por eso la oligarquía suelta los perros cuando los rotos se alzan. Después todo vuelve a la normalidad porque los mismos rotos se olvidan”.

 

EL ARTE CONSTRUYE AQUELLO QUE SOMOS

 

Muchos piensan que la tecnología ha traído progreso, sin embargo para Jorge los nuevos soportes tecnológicos dan lo mismo si no existe un modelo de sociedad detrás, cuenta: “El modelo económico impacta en la producción, la distorsiona y la deprime, para bien, para mal, para un lado y para otro. Si el modelo dice que todo debe ser rentable, ¿qué hace el teatro y la poesía. Adaptarse a él? No estoy de acuerdo, porque aparece el ingeniero comercial pidiendo que hagan comedia, algo más entretenido para que vaya gente y vendan cabritas. !No¡ El arte es una expresión que construye libremente aquello que somos, si pones cortapisas ya no es. Entonces, mientras no exista un modelo productivo, económico y social apropiado para el arte, la producción estará cooptada por la rentabilidad”.

Baradit buscó su destino en la arquitectura y el diseño, hasta que afinó la puntería y llegó a la gente: “Lo que a mí me interesa es el relato, narrar en cualquier formato, en un afiche, un libro, un podcast o el diseño de interiores de una casa, soy un narrador. Me incomoda quedar solo entre dos tapas de un libro”.

 

– En ese narrar elegiste el difícil camino de la historia.

– No se trata de buscar lo difícil por lo difícil, sino lo propio y no los caminos que recorrieron otros. Existe una historia en tiempos del Rey Arturo, cuando los caballeros salieron a buscar el Grial, todos entraron por distintos puntos al bosque De Logres, que rodeaba Camelot. Ninguno fue por el camino que estaba hecho, cada uno entró por donde quiso y después se puso a buscar. Hay que buscar sin esperar encontrar, hay que caminar sin esperar llegar. Hay una frase que dice: “Por donde todos pasan no crecen las flores”. Hay que ir a buscar a otro lado, se busca en los recuerdos propios, en los de tu pueblo y en esa memoria te encuentras.

 

– ¿Cómo te fue en los primeros resultados de esa búsqueda?

– Busqué en mis novelas de ficción, como Ygdrasil y Kalfukura, algo críptico y personal desde el arte, donde dejas a la libre interpretación. Con Historia Secreta de Chile, la búsqueda fue orientada a la sociedad que escuchó. El primer libro de la Historia Secreta fue uno de los más vendidos en la historia editorial. A todos nos sorprendió, encontré una veta, con un hilo que empecé a tirar.

 

– Si bien el arte es bastante subjetivo, ¿encontraste más precisión en la historia?

– El arte es un buen lugar para los impulsos creativos, pero como diseñador intencioné un mensaje entendible y eso lo hice dirigiéndome a un público que conozco, en este caso mi gente, mi familia, mis amigos. Soy de clase media baja, crecí en villas, en poblaciones y no quise hablarle al académico, no hay arribismo intelectual en ésto, tampoco abajismo, utilizo el lenguaje de todos.

 

– ¿Qué opinas del nivel cultural del público chileno?

– Ha habido un deterioro, incluso de la gente cercana a este lado de la política, sobre todo al observar los diálogos en La Batalla de Chile, de Patricio Guzmán…

 

– Ahí el pueblo se expresaba con buen lenguaje.

– Exacto. Le adjudico aquello a Pedro Aguirre Cerda y un poco antes lo que fue la educación pública, preocupada de que la gente escribiera y redactara bien, porque a través de la forma se entiende el fondo. Hay un deterioro, una celebración a la estupidez y a la vulgaridad a partir de los 90’. Me da la impresión que esa actitud fue potenciada con la tecnología. Hoy la postmodernidad nos hace creer que todas las opiniones y formas de ser son válidas, cuestión que antes no era así, había modelos a los que aspirabas.

 

– ¿Qué opinas de invertir el tiempo en algo monetizable y no en leer un libro, que parece una pérdida de tiempo?

– Hace 20 años trabajé en comunicaciones y quien dirigía el lugar al encontrarme leyendo un libro me preguntó ¿qué lees? Le dije poesía y dijo ¿para qué? Entonces, esta idea del capitalismo tardío, de que todo debe ser rentable, ha permeado toda la sociedad.

 

– ¿Existirá una buena razón para rentabilizar todo?

– Se busca la optimización de las capacidades productivas. Porque observar arte es como observar un atardecer, no vale, no sirve para algo, el sistema productivo no ve valor en aquello, busca que todas esas actividades se reduzcan al mínimo. En EE.UU., apareció una estrategia para que esos espacios libres fuesen utilizados en actividades productivas monetizables, algo que aporte plata al mercado. Entonces dejó de ser un espacio de ocio y de conocimiento, llenándolos con algo adictivo vinculado al placer.

 

– ¿El placer está siendo funcionalizado?

– Sí, el concepto de placer se resignificó por euforia.

 

– ¿Algo más catártico, de carrete, de explosión?

– Se entiende el placer como un orgasmo, un placer tremendo durante un tiempo corto que quisieras repetir y eso no es placer.

 

– ¿Esas catarsis podrían tener resultados creativos?

– La catarsis es necesaria, pero no puede ser una droga, no estamos hechos para sostener un punto tan alto, por eso la gente se enferma.

 

– ¿Existe una dialéctica entre el estrés, la explotación y la frustración social, con el deterioro de la salud mental?

– Sí. Las presiones a las que está sometida la gente, tienen merecida su pequeña muerte en las catarsis de los fines de semana.

 


ALLENDE ESTABA DEMODÉ CON SU IDEA DEMOCRÁTICA

 

– Volviendo a la Batalla de Chile, en una asamblea de 1973, un trabajador no entendía para qué se estaban organizando. Nadie supo qué responder, generando un vacío político enorme.

– Tuvo que ver con la expectativa y la velocidad de los acontecimientos. Se pensó que los problemas serían resueltos rápidamente, pero el modelo que existía era feudal y colonial. Avanzar sin tranzar tenía que ver con intentar acelerar un proceso histórico que era bastante más lento.

 

– ¿Encuentras que fue más rápida la toma de consciencia que las acciones de cambio?

– Siempre me pregunté, ¿qué habría hecho estando ahí? Creo que le hubiese hecho la vida imposible a Allende, buscando acelerar el proceso, porque se esperó demasiado. Allende fue un reformista, que se iba a demorar 20 años en hacer algo que una revolución haría de un día para otro. Los cabros de esa época le pedían se hiciera a un lado. Allende fue un líder de los 50’, un socialista de terno, en medio de barbones fumando puro y escuchando a Jimmy Hendrix. Hay un anacronismo no explorado sobre esa dicotomía, Allende fue el último de su tiempo y hubo dudas de llevarlo como candidato nuevamente, se consideró que su proyecto estaba muerto. 1970 lo pilla a contramano con el Mayo francés, la Revolución cubana y la Guerra de Vietnam. Allende estaba demodé con su idea democrática, la pasó mal defendiéndola, eso produjo una crisis interna con las vanguardias intelectuales. Sin embargo, en unas encuestas a trabajadores de Santiago, del año 69’, 70’, que hizo la Universidad de Chile, ganaba por más del 70% la vía democrática, los chilenos querían cambios, pero no por la vía armada.

 

– Aunque para la revuelta quemaron todo.

– El pueblo es explosivo y bipolar en ese sentido. En la primera bandera nacional hay un volcán que dice libertad. Los volcanes son así, tranquilos y bonitos pero de repente explotan. El pueblo Mapuche también, paró al imperio español y tienen en jaque al Estado chileno. Pasamos de la total anomia a una fiebre de participación y de violencia nunca antes vista. En Chile hubo muchos estallidos que parecen más válvulas de escape que energías que puedan ser dirigidas. El proceso constituyente lo dejó más o menos claro y de ahí viene la famosa frase del “Peso de la noche de Portales”. Estamos dados a reclamar y explotar, pero cuando tenemos que conducirlo se nos va la energía y se acaba.

 

– ¿Hacia qué futuro van los chilenos dadas las circunstancias y los hechos que estamos viviendo hoy?

– No entendemos que la historia del país no sucede de las fronteras hacia adentro, somos un satélite orbitando fuerzas poderosas que tienen un correlato internacional nítido, la independencia, las dictaduras, los gobiernos desarrollistas, todo está relacionado con lo que ocurre en el mundo. El advenimiento de la ultra derecha responde a dinámicas planetarias, no es exclusivo de Chile. Me parece que hoy no son tiempos para ideas de izquierda. Los chilenos son liberales dicotómicos, porque quieren los beneficios del modelo socialdemócrata pero con libertades neoliberales. Probaremos recetas autoritarias antes de darnos cuenta que el camino es otro.

 

– Con un modelo que de la noche a la mañana te puede hacer millonario, ¿crees que la sociedad chilena se derechizó?

– Algo importante es que Chile tiene 200 años, un tiempo muy corto para que un país cambie su matriz colonial. En la oligarquía se siguen casando entre ellos, es un grupo que vive en una ciudad empalizada, que instala generales, jueces y rectores. El resto vive fuera de la empalizada, trabajando en los campos de estos señores dueños de Chile. Este modelo económico genera el pensamiento del país. Cambiarlo requiere de otras cuestiones que en Chile han quedado siempre truncas, porque van en contra de un poder inmenso que quiere mantener las cosas como están.

 

– Entonces, ni hablar de reconciliación entre los chilenos.

– No, porque siempre hemos estado divididos y hasta que no se resuelva el tema de la desigualdad va a seguir dividido y no es que nosotros dividamos al país, lo que quieren ellos es que lo aceptes.

 

– ¿Qué significa aceptarlo?

– Aceptar que cada cierto tiempo van a mejorarte las condiciones…

 

– ¿De que habrá una transacción por parte del poder hacia las clases subordinadas?

– Ellos conducen el país como un negocio, no hay una lógica política, todo es una lógica transaccional. A la gente se le van a conceder ciertas cosas en la medida que los poderosos no pierdan.

 

LA CONSTITUYENTE FUE UN GOLPE MEDIÁTICO

 

– Sobre la constituyente 1.0, ¿qué tan amargo fue para ti?

– Con el tiempo no encontré tan esquizofrénico al país como incapaz de hablar, es despolitizado y le cuesta decir lo que le pasa. Lo del estallido fue algo emocional, que con los días se articuló hacia la idea de una nueva Constitución, pero no antojadiza, porque cuando sale la gente a pedir mejor salud, mejor educación, mejor previsión, haces una suma y una resta y descubres que sin cambiar la Constitución no se puede. Entonces, cuando propusimos cambiar el modelo subsidiario, por uno social y democrático de derechos, descubrimos que el pueblo no estaba dispuesto a colaborar. Porque el sistema subsidiario redujo las capacidades del Estado al mínimo, permitiéndole a los privados todos los segmentos productivos rentables y le dejó al Estado solo la administración de la pobreza. Con eso la gente aprendió que lo público es malo.

El dolor de la constituyente para mí, fue descubrir que la gente no rechazó una mala Constitución, sino que rechazó un cambio de paradigma, que es mucho más profundo. La derrota no fue la derrota de un texto que pudo ser mejor o peor, la derrota fue una manera de ver el mundo, ¿cuál es esa manera? Que entre todos resolvemos los problemas de todos, pero en Chile está instalado en el corazón de la mayoría, que hay que rascarse con las propias uñas y que a mí nadie me han regalado nada.

 

– ¿Te afectó mucho el episodio de la constituyente?

– Por supuesto. Lo que vivimos fue un golpe mediático, fuimos calumniados, tergiversados y desestabilizados, con una multimillonaria inversión en medios, hubo gente comprada para estos fines. El dolor fue grande porque no nos ganaron en buena lid. Hasta el día de hoy cuando salgo a la calle, me dicen, voté rechazo porque ustedes me iban a quitar la casa. Ahí me vino todo el estrés post traumático y me dieron ganas de tirarme de un edificio. Muchos pensamos que el estallido fue para pedir un mejor país y al final descubrimos que habían salido a buscar su interés particular y como la constituyente no respondió a las cosas que querían, muchos rechazaron. Decían, qué tengo que ver con los Mapuche, con los gay, esas cuestiones no tienen nada que ver las mías. Al final descubres que la sociedad está dividida, fragmentada y es individualista. No hay problema en que lo sea, hay países individualistas como Holanda, Dinamarca, que funcionan maravilloso. El problema es que un país donde los sueldos son bajos, la gente no puede pagar un cáncer o pagar una casa sin la intermediación de un banco y donde nadie puede pagar la universidad de un hijo, la manera para resolver eso, es con el concurso de todos, con la sociabilización de los derechos, pero la gente no lo entiende así, entiende que con mi plata no y eso fue un dolor muy grande.

 

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