HOMENAJE A JANO PARRA / EN REVISTA LA NOCHE
EL ILUMINADOR ILUMINADO
“ESTOS SON PRIVADOS, QUE SE
VAYAN A LA MIERDA”
Por Jaime Piña
El
sentimiento es de pérdida, no fui su amigo, siempre me llamó la atención su personalidad
alegre y positiva, porque eso refleja el alma de un ser libre y realizado. Tuve
la oportunidad de entrevistarlo en enero de 2016, para La Noche 87, cuando
trabajaba fuertemente junto a Roser Fort en el Centro Arte Alameda, alianza y
proyecto que se interrumpe con el fatídico incendio en el marco de la revuelta
social.
Estamos
llenos de apariencias, vemos, nos imaginamos y juzgamos. Para mi fue
fundamental conversar con él y registrar su fascinante historia, exuberante y
sencilla. Historia que completó totalmente a la persona que realmente imaginé:
un hombre exitoso. N. de E.
Miles de personas rodean el Opera de París, frente a los cambios de
color y las extravagantes formas lumínicas, en una sorprendente noche visual,
disfrutando la belleza de su arquitectura gracias a la perfecta iluminación que
Jano acaba de instalar. Muy cerca, observando la muchedumbre, sentado en los
tejados del Opera, estaba él con un amigo chileno. Sorprendido y orgulloso
dijo: “Chucha, esa weá la hice yo”.
El año 2005, por alguna razón necesitaban un iluminador para el
Festival del Huaso de Olmué y lo llaman, como no había plata, lo hace por
entretención, trabajando los tres días como director de iluminación. En el
cóctel de cierre, De Aguirre, Conca y Morales –ejecutivos de Chilevisión–, le
ofrecen el cargo de director de fotografía, pensó que era una broma, pero en
marzo lo llaman. Durante tres años fue director de foto en programas como
Cuánto vale el show, SQP, Primer plano, Festival del Huaso de Olmué y los
noticieros.
EN LISTA DE ESPERA
Siempre abierto a los cambios, se asocia al Centro Arte Alameda con
Roser Fort, donde ha apostado fuerte para realizar el sueño del centro cultural
propio. Por sus vínculos en Francia, el director de Ventana Sur en Argentina
–el Cannes latinoamericano–, le pidió películas
y Jano llevó 47 cintas: gracias a eso lo declararon ciudadano ilustre del
festival y todos los años en agosto le mandan invitación con pasaje, hotel y
viático pagados, hasta un stand le hicieron. Una vez quiso ir por Chile al
mismo festival y para postular tuvo que presentar infinitos papeles. Quedó en
lista de espera. “Me dio risa
–dice–, estoy llevando producto chileno, soy reconocido allá y me pusieron ene
atado”. Lo lógico es que al Cine Arte Alameda, que tiene 21 años de existencia,
que ha demostrado con creces su trabajo con la cultura, lo apoyen sin tener que
concursar: “Todavía creo que la institucionalidad nos puede subvencionar,
por qué solo a Balmaceda 1215 y Matucana 100 los apoyan, imagínate que el GAM
tiene un apoyo de tres mil millones anuales y su director gana doce millones al
mes, y nosotros que somos un ícono cultural, no recibimos sueldo, incluso mes a
mes nos endeudamos, porque nos cuesta 11, y recaudamos solo 8 millones al mes.
Lo extraño es que la alcaldesa y la directora de cultura de Santiago, jamás han
pisado la sala”.
No entiende por qué la gente que se supone son sus partners no van, ni
los apoyan, han vendido casi todos sus bienes para seguir, los abogados y
contadores les dicen que están locos, varias veces han dicho con Roser Fort que
van a cerrar, incluso han llegado con los candados y en el último minuto se han
arrepentido.
LO MÍO ERA LA LUZ
De ascendencia hippie, inspirado por la música, egresa del Instituto
Nacional y se enfrenta a qué hacer con su vida. Quería ser cantante o
sonidista, pero en un concierto de Los Jaivas, se da cuenta de que no tenían
iluminación y se le prende la ampolleta y decide ser iluminador. “A los
17 años gané mi primer sueldo iluminando a Los Blops, después vino Agua Turbia,
y descubrí que me podía ganar la vida con esto. Estudié Escenografía en la
Escuela de Teatro de la Universidad De Chile, pero lo mío era la luz”.
ILUMINA A VÍCTOR JARA Y A
CHARLY GARCÍA
A los 21 años, se va a Perú con una banda, ilumina edificios y hace el
último concierto de Víctor Jara. “Él estaba en Lima y se presentaba en el
Municipal. Lo vamos a ver con un socio, le decimos que somos chilenos, que
queremos hacer la iluminación y nos dijo que bueno. Lo triste fue que una
semana después lo mataron. Fue épico el encuentro con él”.
Al poco tiempo parte a Argentina a encontrarse con Los Jaivas y trabaja
como iluminador. Viviendo en comunidad, es testigo de la creación de los temas,
lo que le permite adecuar las luces a los instrumentos perfectamente. Jano se
da a conocer en Argentina y aparecen otras bandas que lo buscan, entre ellos
León Gieco. Un día recibe el llamado de un importante manager para hacer la
iluminación del Adiós a Sui Generis en el Luna Park.
– Buena, pero ¿cómo se hacía
eso de la iluminación a la antigüita, ya que todo ahora es por computación?
– Tenía un cajón de manzanas de Río Negro, con unos switch, que prendía
y apagaba –se ríe–. Y los cambios, en una rueda de colores que hacía con un
motor de tocadiscos de 33 revoluciones. Después, en el Teatro Coliseo de Buenos
Aires, le decía a los técnicos que me prepararan los distintos focos numerados,
con una manivela, que hacía que subieran y bajaran las luces, jajajaja.
Finalmente me hice experto en dirigir.
En Argentina, Jano se convierte en el principal iluminador del rock
argentino, porque después de Sui Generis lo llama Nito Mestre, La máquina de
hacer pájaros y Charly García lo invitó a su primera gira.
EN EL CASTILLO CON LOS
JAIVAS
Pero su lugar era en la comunidad de Los Jaivas, y estaba soltero,
durante las noches salía a buscar pega por los bares y lugares, convirtiéndose
en su inesperado manager. De la ciudad de Zárate parten a Buenos Aires y luego
a Francia. “En el último concierto del Teatro Coliseo, la ex suegra de un
integrante argentino nos pregunta dónde nos quedaremos, y le digo que llegando
a la estación de trenes de Francia saldré a buscar un hotel. Me dice: La vida
no es así, tomen esta llave. Nos prestó una casa en Biarritz por seis meses.
Cuando llegamos a la casa casi nos caemos de raja, resultó ser un castillo
enorme, el palacio más millonario de Biarritz, cuatro hectáreas, tres pisos,
piscina y arboleda”.
– ¿Cómo se dio la dinámica
laboral?
– Tuvimos suerte, porque llenamos los mejores lugares de París durante
el primer año. Después vino el trabajo en radios y las giras por Europa, la
idea era tocar porque había que alimentar a la familia.
– ¿Fue un tiempo de mucho
trabajo e ingenio?
– Sí, ahí vino Alturas de Macchu Picchu, que fue idea de un amigo
peruano, que se le metió en la cabeza y convenció a Vargas Llosa para que
hiciera el prólogo. Los Jaivas no querían hacerlo, hasta que Eduardo Parra
dijo: probemos, y se inició el trabajo creativo. Con el sello Pathé Marconi –la
EMI francesa–, trabajamos en el mismo estudio en el que días antes los Rolling
Stones grabaron su último disco.
Lo de filmar en Macchu Picchu fue increíble, estar ahí como productor
general, instalado en el hotel a pasos de las ruinas, preocupado de coordinar
las grabaciones fue intenso. En ese entorno cósmico tuve la sensación de vivir
algo maravilloso, no pensaba en el futuro, ni en sus repercusiones.
OTROS PRÓCERES
Siguiendo con la iluminación, Jano es invitado a otros proyectos en
Francia: “En un concierto de Los Jaivas en el Palacio del Congreso, unos
tipos que me observaron trabajar, se me acercan y me invitan a almorzar para
ofrecerme trabajo en una importante empresa de luces francesa. Ahí comencé a
trabajar intensamente en conciertos e iluminación arquitectónica”.
Jano reconoce tener una sensibilidad artística con la luz, que lo
diferencia de otros, y así van apareciendo grandes artistas solicitando sus
servicios: Nina Simone, Grace Jones, John Lee Hooker y Rubén Blades.
– ¿Pero seguías trabajando
para la misma empresa?
– No, para otras más, y directamente con los artistas. Era buen
técnico, porque como en Chile hacía todo, era más completo que los técnicos
franceses, que tienen todo compartimentado.
EL REGISSEURS DE ÉLITE
Jano era observado por otros por su habilidad con las consolas, y lo
llaman a iluminar la obra de teatro La valija de cartón. Antes le
advierten que se enfrentará al más grandes conceptor de luces de Francia,
–Jacques Rouverollis– un tipo muy exigente. Cuando lo presentan, él le dice a
Jano: “Hace tiempo te estaba esperando”. Se dio la química al tiro y fue como si se
conocieran desde siempre, y se transforma en su profesor y maestro, con quien
se consagra como un iluminador de élite. En ese ambiente de teatro, Jano monta
con Jane Birkin “Je t'aime moi non plus”, en El Bataclán durante
dos meses, y su profesor solo lo asiste la primera semana, después lo deja solo
y hace una gira por 120 países. “Jane Birkin era como una tela de
cebolla, –dice Jano–, se veía sin voz, pero una vez se cortó la luz de un
concierto y cantó durante veinte minutos a capella, impresionó a la audiencia”.
– ¿Pensaste, cuando
decidiste hacer luces, que esto iba a tener tanto desarrollo?
– No, nunca me he propuesto metas, las cosas siempre me han llegado, es
algo que yo llamo la cueva de Condorito.
WEBIAR A LAS MÁQUINAS
Ingresa al séquito de siete regisseurs de su maestro francés: los
ejecutivos que desarrollan el concepto de iluminación. “Me entregaban la
música y yo la escuchaba y empezaba a imaginar huevadas, editando hasta hacer
las memorias de cada tema y crear el concepto”. También existen las memorias secuenciales con
el show completo –cuenta–, donde solo aprietas un botón y plash. “A mí me
gusta trabajar con las memorias y webiar a las máquinas, porque si le mandas
seis ordenes al mismo tiempo a una máquina que trata de hacer todo al mismo
tiempo, se crean atmósferas y ambientes que no están programados”.
Como era parte de la élite de regisseurs, los artistas famosos sabían
que tenía buena escuela y se interesan por él, es así como se incorpora al
equipo de los Gipsy King, dando tres veces la vuelta al mundo en hoteles cinco
estrellas, acostumbrándose a los grandes conciertos, incluso la “Unión” de
EE.UU., que es la CUT del espectáculo, de iluminadores y tramoyistas, lo
premiaron con la camiseta de ese equipo, por su calidad profesional. Pasado el
tiempo y retornando de una gira con los Gipsy, vuelve a Santiago y se reúne con
Los Jaivas, y le piden que sea su manager. Ahí Jano hace conciertos donde suma
a Los tres e Illapu en el Estadio Nacional, con 80 mil personas, la Quinta
Vergara y otros muy exitosos hasta que muere Gato Alquinta, con quien eran
compinches.
EL CINE ARTE ALAMEDA
Un día en una presentación en la Sony, previo al disco Mamalluca,
conoce a Roser Fort. Jano estaba casado en Francia y se separa, toma su maleta
y se viene a Chile, iniciando una relación con Roser en 1999.
En esa época las socias del Cine Arte Alameda eran Luz Pereira y Roser,
cuando Luz Pereira deja el cine, ellos se asocian: “Yo, como hombre del
espectáculo, siempre quise tener un cine para hacer mis proyectos, desde ahí
trabajé con Los Jaivas, hasta que me metí en el mundo del cine, asistiendo al
Festival de Cannes el 2008 y llevando cine de realizadores chilenos”.
El cine chileno va oficialmente con Cinema Chile, pero Jano en su
calidad de outsider va con Gitano Films,
– ¿Qué momento vive el
Centro Arte Alameda hoy?
– Estamos posicionándonos con sangre, sudor y lágrimas, porque el cine
alternativo es eso, no tenemos auspicios, porque fuimos los primeros en hacer
festivales de cine gay, lésbico y le dimos espacio al punk, al hip hop, géneros
que a las empresas les molesta.
– ¿Por qué no renunciaron a
eso y optaron por lo comercial?
– Porque Roser me dijo que aquí no entra una sola película que no sea
alternativa, somos lo que no pasa en los Hoyts, nuestra línea es Jim Jarmusch,
Darren Aronofsky, Orson Welles, Jean Luc Godard, Woody Allen. Pertenecemos a la
SICAE –Confederación Internacional de Cine Arte y Ensayo– que son 3.200 salas
en el mundo, donde existe una red de apoyo al cine arte. Nos reunimos una vez
al año en Cannes, no estamos solos.
– ¿Cómo se han ido dando las
cosas en el Alameda?
– Desde junio del 2015 hay una efervescencia, porque somos un espacio
convivencial, con sillones, árboles, y la gente lo usa como punto de reunión,
hay ferias donde circula mucha gente y el restaurante tiene su prestigio porque
es comida casera. Y en los conciertos, llenamos. Pero seguimos dependiendo de
los Fondart.
– ¿Estuvo en peligro el
proyecto?
– Siempre estamos en peligro –se ríe–.
– ¿Han recibido apoyo del
sector progresista?
– Mira, con Piñera nos veían como una pareja de emprendedores que damos
trabajo a 30 personas, entonces si están mal hay que ayudarlos para que sus
trabajadores no pierdan su fuente laboral, cuál es la opinión de los tipos
rascas de izquierda: estos son privados, viajan por el mundo, hablan tres
idiomas y profitan de la cultura, que se vayan a la chucha, que se las arreglen
solos.
– ¿Qué futuro ves?
– La idea es hacerlo cada vez más convivencial y certificarnos con las
normas ISO mundial. Pero ojo, hacemos 800 eventos al año, con una circulación
de cinco mil personas mensualmente, que no es poco.
– ¿Sientes una
responsabilidad moral con la cultura?
– Sí. Mi satisfacción es generar variadas expresiones artísticas,
nuestra línea editorial es la libertad de expresión. Cuando llegó La última
tentación de Cristo, y los cines dijeron que no, nosotros la exhibimos y fue la
última bendición de Cristo –jajajaja– porque tuvimos un mes lleno, esa vez hubo
auto financiamiento con la ayuda de Jesús.
– ¿Cómo analizas el
proyecto?
- Somos unos soñadores, porque esto de algún modo es irreal. Cierra
Jano, en una entrevista que por su brevedad no lo exhibe en su total potencia.
Hasta siempre Jano.
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