HERNÁN PÁRAVIC, ARTISTA VISUAL CONVERSA CON LA NOCHE ONLINE
Por Jaime Piña
“La libertad es autenticidad, si empiezas a negociar principios que no son tuyos, que no es tu naturaleza, partimos mal, deja de ser libertad”.
La libertad en el arte sigue siendo un activo, mientras el artista no se adscriba a ninguna tendencias, Hernán lo resolvió con su multidimensional fe, independencia y talento, aceptando las tendencias, que conoce y consume, de hecho, su metodología en ese sentido, se exacerbó en pandemia, cuando crispados todos estuvimos sumergidos en las redes sociales y la imagen de pantalla fue el caviar del arte y los artistas, afirma:“Instagram fue mi ventana semiótica esos días, llena de estímulos, videos, música, miles de millones de imágenes, entonces me entregué, como no pude hacer que todo el mundo viera mis cosas, fui a ver las cosas que todo el mundo veía y aprendí a sacar pantallazos desde mi celular, unas polaroid a la vena y material de las redes desde mi computador, sobre todo fui absorbiendo las imágenes que quería y las que me gustaban, que además todo el mundo veía”.
LibertART es una ecléctica selección que el mismo curatorió no como retrospectiva, es obra nueva que presenta con la libertad absoluta sugerida por su colega galerista Marcela Krause.LOS PAPELES DE HARDY WISTUBA
Cuando corría el año 1974, bajo el implacable sol del Norte Grande, un Hernán preadolescente vive y presencia algo que le cambiaría su vida para siempre. En su paso por Antofagasta, el acuarelista Hardy Wistuba instaló su atril a orillas del mar, las olas suavizaban la escena, se dispuso a pintar mientras Hernán lo observaba, todo esto en el marco de unas exposiciones itinerantes que realizaba el galerista Enrico Bucci, director de la Galería Bucci de calle Huérfanos, un conocido espacio de vanguardia, comenta Hernán:“Hay que recordar que don Enrico partió en Arica y frecuentemente llevaba muestras a Antofagasta, en esta ocasión trajo a Hardy Wistuba e Israel Roa, dos monstruos de la acuarela, que exhibían en itinerancia a lo largo de distintas ciudades y en esta oportunidad Wistuba se dispuso a pintar a orillas del mar, cerca de donde yo vivía”.
Cuando Enrico Bucci los trae a la ciudad, Hernán nunca imaginó que vería al maestro pintar en el muelle donde estaba el antiguo Club de yates, ese día Hernán estaba a una cuadra de su casa y Hardy Wistuba iniciaba los preparativos para pintar, relata Hernán:
“No me despegué de él, le respiré en el cuello todo el rato, no le quité mi mirada desde que puso el papel a los apretadores del atril y orientó su vista hacia al norte sobre el muelle, que era de la época del salitre, que después se derrumbó. Wistuba listo para pintar su acuarela, comenzó a hacer el dibujo, mientras yo fascinado observaba como con una esponja mojaba completamente el papel. Para mí eso fue un éxtasis, mi primera clase magistral de pintura. Siempre digo, si quieren aprender a pintar, observen como pinta un maestro. Fue lo más significativo que me ha pasado en la vida en términos pedagógicos.
Al terminar la acuarela le digo, ¡oh, que lindo! Él me pregunta ¿Te gustó? Sí, le respondí, yo también pinto. ¿Ah, sí? comentó, bueno pensé, no me debe haber tomado muy en serio. Entonces le dije, ¿quiere que le muestre mis pinturas? vivo aquí al lado le expliqué, partí corriendo a buscar mis acuarelas y se las traje.
Wistuba abrió los ojos, las vio y en un acto de reconocimiento sacó varios papeles de acuarela de su carpeta y me los regaló, fueron mis primeros papeles profesionales”.
SI DE PANTALLAZOS SE TRATA
Como definición, el caleidoscopio visual de los pantallazos, la biblioteca de imágenes que Hernán ha ido construyendo, le llamó “La transmigración del paisaje”, del norte a la capital y de la capital mezclada con la semiótica del consumo mundial, cuenta Hernán:
“La metodología de mi trabajo cuando pinto acuarelas y tintas de forma automática, gestual, acción que no dura más de dos minutos, es que el resultante lo junto con la visualidad semiótica del caleidoscopio o panó y sale un hibridaje de una riqueza que no tiene fin. Me instalo a trabajar y me dan las dos, tres de la mañana. Cuando levanto la cabeza me digo, detente, baja los decibeles”.
- ¿Es una selección del inconsciente colectivo?- Sí, armar este gran archivo del inconsciente colectivo, semiótica, imagen, símbolo, cultura, fue una manera de llenar mi angustia creativa y disminuir mis decibeles de ansiedad, para eso tomé pantallazos de lo que consideré sería parte de mi futuro lenguaje, fotos de cualquier cosa, no pinturas, solo imágenes, mucho material visual distinto.
Lo que hago no lo encuentro tan abstracto, siempre he sostenido que la mayoría de los pintores abstractos o semi abstractos, tienden a repetir la fórmula, por jugar tanto a ser Jackson Pollock.
Tengo métodos a partir de todo este vocabulario visual, que vengo almacenado hace veinte años, selecciones de estímulos visuales en azul, blanco y negro, grises, colores cálidos, cálidos hacia el amarillo, cálidos hacia los rojos o naranjas, tengo una paleta. Mis acuarelas son fotografías de textura, de arquitectura, de todo lo que consumimos.

Años después, en 1983, al visitar el taller de Wistuba en Santiago, le mostré la critica, cuando se traslada toda mi familia a la capital desde Antofagasta, ahí Wistuba me dijo, te felicito, Andrés Sabella también hizo mi primera critica, pero la tuya es mejor”.
EL PROCESOCuando se viene del norte en 1979 y gracias a su buena mano, dio la mejor prueba de arte para entrar a la Universidad Católica, cuenta:
“Estaba último en la preselección y quedé en el noveno lugar, me tenía confianza, para mí eso era normal, gané varios concursos en Antofagasta. En época de Allende, cuando tenía 11 años, viajaron cuadros míos a Italia y a Francia. En mi casa me decían, ¡qué bueno hijito! y eso era todo, no había más felicitaciones. Cuento esto porque nunca fui muy consciente de mi trabajo, no tenía referentes, hasta que entré a la universidad”.
Generalmente todos los artistas tienen sobresaliente en artes plásticas, es la estructura de los que entran a las escuelas de arte. En el caso de Hernán no fue la excepción, sin embargo algo pasó estando en esa escuela, el mismo nos relata:
“Cuando llegué me salí rápidamente de la Católica, porque tuve tedio, ingresé el 79 y me salí el mismo año.
Evidentemente ante mí, fue en una conversación con Hardy Wistuba que me salí de la escuela de arte, porque el acuarelista me dijo, ya pintas, lánzate. Entonces, me sugirieron que estudiara diseño y me fui a estudiar diseño con el consentimiento familiar a la Universidad de Chile de Valparaíso. Ahí al maestro Rojas, el primer año, cuando me cachó, le propuse que quería hacer la expresión gráfica con pincel y acuarela, cuando vio lo que hacía, me instaló en el pupitre más alto, sobre una tarima, generándose un cisma entre mis compañeros y yo”.
- ¿Fue una manera de destacarte por sobre los demás?- Sí, pero demasiado, al principio lo encontré entretenido, pero tuve que adaptarme porque empecé a ver la realidad de la matrix, las personalidades y los egos. Mi vieja y mi abuelo eran acuarelistas y yo heredé esa destreza, realizando toda mi expresión gráfica con pincel, siguiendo la tradición familiar, de cierta forma.
DEDICARSE A OTRA COSALa libertad en el arte no es una tarea sencilla, tiene muchos costos y dificultades, que también puede transformarse en un calvario económico, algo que viven muchos artistas, porque si existiese un flujo de dinero, podrían crear sin ese apremio mental, pero como están preocupados, darse el tiempo para crear se hace difícil, sin embargo, crean a pesar de jugar contra el tiempo, comenta:
“En el sistema que vivimos, donde triunfar es lo que manda, se dice que si no tienes éxito a los cuarenta, ya no fue y eso es falso, es una de las grandes mentiras de nuestro círculo”.
EN HOMBROS DE GIGANTESEste tema ha sido gravitante en la escena, comenta:
“Siempre ha sido un problema, sobre todo para los que tuvimos que rascarnos con nuestras propias uñas desde cero”.
Muchos artistas con buena base académica, logros, premios y largas trayectorias con exposiciones individuales y colectivas pueden sufrirlo, todos están sujetos a la critica y a los ninguneos por la brutal competencia, relata:
“Lo he vivido, con logros incluso. El 86, cuando viví una etapa de mi vida en la Universidad Arsis, expuse con Gonzalo Díaz, Eugenio Dittborn, Francisco Brugnoli, Federico Assler, porque en esos años el Arsis consideraba que podía exponer al lado de ellos. Pero no le tomaba el peso a esa situación. De hecho, con la filosofía y metafísica nortina que traía con mis acuarelas más o menos light, José Balmes ironizó acerca de mi trabajo, en un seminario donde varios pintores me defendieron. Para mí eso fue súper fuerte, ahí surgió un tipo de dificultad que no conocía, me había encontrado con la vanguardia y transvanguardia del Arsis”.
- ¿Cómo fue ese episodio con Balmes?
- Balmes eligió a diez pintores chilenos, en convenio con la Universidad de La Sorbonne, varios con cierto carrete y me eligió a mí, estaba Alfredo Echazarreta, Enrique Campuzano, Roberto Geisse, además de los que mencioné anteriormente. Expusimos en el Instituto Chileno Francés de Cultura, no sé por qué estaba La Sorbonne ahí, un cartel para él, para nosotros, no tengo idea. Pasé por el calvario cuando mostré mis trabajos y hablé de ellos, Balmes los encontró colorinches, entonces Echazarreta le respondió, pero la composición es espectacular y el color está súper bien utilizado, me defendió.
Un ejemplo de esa misma experiencia, fue cuando la presión se trasladó al momento que mi viejo me dijo que no me iba a seguir pagando la carrera y como era buen alumno, los dueños del Arsis me dijeron, habla con Waldo González para ser profesor, hacer una cátedra y así poder pagar la carrera. Hice clases con el Tata González, que era el capo de la gráfica chilena junto a Vicente Larrea.
- ¿Hiciste clases y a la vez estudiabas?
- Sí, una vez independizado de mi viejo y financiando mis estudios con las clases, tomé ramos para terminar la carrera, posteriormente me metí a narrativa visual, donde tuve puras vacas sagradas de maestros. En ese período lidié con lo intelectual, los conceptualistas y la vanguardia. Como no tenía calibrado el peso de mi pintura provinciana, me vino un shock. Estamos hablando del año 84, tiempos de aprendizaje, cuando tenía ramos con Eugenio Dittborn, Alberto Pérez y Gonzalo Díaz.
Así y todo terminé el 86, pertenezco a la primera promoción de arte y diseño. Como me pagaba la carrera se me alargó varios años, cuando egresé tuve la oportunidad de trabajar en gráfica computarizada, con los primeros computadores que llegaron. Hice la gráfica para el primer comercial 3D chileno, el House of Viceroy, para el Mundial Juvenil del año 87 y muchas otras producciones en gráfica 3D animada. Todas las micros me sirvieron, siempre la vida me ha ofrecido posibilidades para desarrollarme y fundé una agencia de publicidad. Pero al final eso también me jugó en contra, sobre todo cuando decidí retomar los votos de vivir del arte, donde sabía que tener talento y buena mano no bastaba.
- ¿Por qué no?
- Porque tienes que aprender a cargar primero tu pintura. Llegar a un equilibrio entre lo que tú eres y lo que puedes hacer.
Hace veinte años atrás un colega sentenciaba, que si uno tenía una bastedad de estilos, no te iban a reconocer como artista. Entonces me dije, estoy dispuesto a correr el riesgo. Lo que yo creía cuando cerré mi agencia, era dedicarme a mi pintura y dije, síganme los buenos, me puse a pintar y en el andar me fui haciendo solo y tuve tres hijos. No ha sido fácil estar montado en este caballo, he tenido que pasar pruebas durísimas acá en el corazón. Cosas muy fuertes, que si me pillas mal, se me abre un chacra. Algunos metafísicos le llaman pruebas iniciáticas. ¿Me tocó así? ¡No!, yo elegí el camino.
LA LICUADORA VISUAL- El enfrentamiento visual a tu pintura es eléctrico, neuronal, sucede en algún estadio paralelo del cerebro, donde el espectador conecta con fragmentos y lo asimila como algo que conoce.
- Sí, mucha gente va a reconocer cosas, porque vivimos en una sobrecarga de estímulos visuales que es casi adictivo, como una droga, reconozco que he sido drogadicto de la visualidad, al grado de exagerado, pasándome un poquito de la raya, pero eso para mí es normal.
¿Fragmentas y licúas tu archivo universal de imágenes, para dejarlo solo en una sensación?- Sí, –me muestra una pintura de su taller–, en ese cuadro estás viendo una flor, ahí se ven las rejas del GAM, por acá un faro antropológico de las culturas ancestrales. Para mí, desde el punto de vista del análisis metafísico de lo que somos y ya que la teoría cuántica ha demostrado que la materia y nosotros, como seres vivos, somos seres multidimensionales, yo hago el registro de esa multidimensionalidad y el resultado se vé en mis pinturas, dándole un corte, oxígeno y aires de contemporaneidad.
¿Eso te sucede o lo tienes fríamente calculado?- Fríamente calculado, lo que ves en las obras de formato grande, es la integración del automatismo psíquico que hablaban los surrealistas, con lo que se vacía automáticamente de mi ser, que es lo auténtico en su estado más puro, el gesto Sumie japonés, con esta visualidad semiótica, con este híbrido, que es lo máximo para definir lo que quiero mostrar.
LA FAMILIA Y ANTOFAGASTA
“Antes de Antofagasta, –cuenta Hernán–, mi vieja fue secretaria de Gabriel González Videla, trabajó en su bufete de abogado en Santiago, después se fue a una empresa de importación de maquinaria y ahí conoció a mi viejo. Con la música, el amor y la guitarra vino el matrimonio y con ello, ambos se van a Antofagasta, él a un trabajo que después se convirtió en Sodimac, como segundo abordo. Posteriormente se independizó y se dedicó a la representación de maquinaria para minería. Le fue bastante bien y tuvimos una vida derechamente cómoda.
Viví ahí hasta los dieciocho años, pasé mi primera etapa junto a mi hermana menor, tengo certificado de antofagastino. Mi padre viajaba mucho a Arica y me traía cajas de lápices de colores, pero no de doce sino de sesenta colores, disponiendo de todo el espectro cromático para dibujar desde los cuatro años.
Una vez tuve de profesora a una persona que daba clases a los niñitos de Antofagasta, se llamaba Chela Lira, fumaba con boquillas elegantes y se codeaba con gente de Santiago. Pero duré una clase. En ese tiempo dibujaba perfectamente un helicóptero, porque mi viejo tenía catálogos, sabía cómo hacerlos y lo dibujé con témpera. Ella cuestionó que estaban largas las hélices y me las borró con témpera blanca. Nunca más fui a su clase. Duró una tarde. Con la témpera blanca dejó las hélices del porte del helicóptero, con lo que ella borró del helicóptero jamás podría volar.
Eso no me afectó, porque después fui el regalón de las profesoras de artes plásticas, me dejaban ser y hacer. Como mi madre fue una excelente acuarelista siempre me guió. Fui desde siempre un autodidacta silvestre”.
LOS BLINDAJES- Tienes que estar blindado espiritualmente para sobrevivir en este mundo.
- Psicológicamente más que espiritual. A la mayoría de los artistas con talento, las emociones lo pueden consumir, si el artista es blando al administrar psicológicamente sus emociones, está condenado a un túnel oscuro. He ocupado mi pintura como una herramienta de autoconocimiento, con la que recorro mi alma. Estos colores que ves acá soy yo, –muestra un autorretrato–, con la excusa de vistas aéreas del Norte Grande, con la excusa de los viajes astrales, la metafísica y las escuelas espirituales, ámbitos en los que he profundizado, se ha sustentado mi pintura.
- ¿Es una ventaja de los artistas en relación al común de la gente, que sufre con lo material, poder evadirse sin drogas?
- Perfectamente, creo que con las drogas, la gente que no encuentra un ordenamiento psicoemocional de su información, de lo que es como ser humano, fácilmente puede caer en la droga y quedarse pegado.
La gran ventaja del artista es que tiene una obra, que ocupa como balsa de auto sustentabilidad y si de alguna manera esa balsa la transforma en un faro para otros, maravilloso.
EL LENGUAJE CONCEPTUAL- ¿Crees que los conceptualista fueron influyentes en el arte contemporáneo de hoy?
- Cuando estás enlazado políticamente, puedes ser parte de la representación chilena en la Bienal de Venecia, o aquí o allá y eso es así. Ahora, si pones algunos neones y son significativos para el arte contemporáneo, bien por el arte contemporáneo, pero no para mí.
- ¿Fue importante el sustrato teórico en el arte contemporáneo?- Sí, es bueno en cierto nivel, en el Arsis leíamos material cabezón para las propuestas, participé de las clases magistrales de Justo Pastor Mellado sobre semiología, eran sumamente interesantes y me empecé a reconciliar con la base intelectual, para adquirir un vocabulario, si no plástico, al menos discursivo.
VIVIR PARA CONTARLO- Haciendo clases y estudiando, ¿además trabajabas?
- El 87 tenía algunos ramos sueltos, porque la carrera me la estaba pagando yo. Al año siguiente me dieron la cátedra de dibujo y empecé a hacer clases en la primera carrera de cómics que hizo el Arsis.
En ese mismo tiempo, formé una agencia con Pablo Agres y Nano Ortega, que le prestaba servicios a la empresa Visual Limitada, que trajo el primer computador 3D a Chile y empezamos a hacer gráficas. Casi al final del primer año de las clases que impartía, nos salió en la agencia, un trabajo para Colgate en Venezuela y tuvimos que viajar a Caracas.
La carrera de cómic me duró un año, porque después tuve que dejar a otro colega a cargo de los ramos. Viajé a Caracas un par de meses a terminar la producción gráfica de Colgate Junior y volví, estamos hablando del año 89, justo para la elección de Aylwin.
Fue una agencia de publicidad, diseño y productora cinematográfica, hice varios comerciales en cine para clientes en Chile. El 2000 me separé de mis socios y fundé Collage, empresa en la cual duré hasta que el estrés casi me manda al patio de los callados.
Tuve buenas cuentas, pero lo que ganaba no financiaba el estrés y estaba con aviso de infarto, me entrevisté con el médico y me dijo, estás de candidato, o cambias o cambias. Fue una locura, abría la oficina y me caía, perdía el equilibrio por el estrés. Estaba listo. En paralelo pintaba como si tuviera una exposición en la Tate Gallery. Un invierno lloviendo pintaba, con un plástico arriba del parrón para que no pasara el agua y mi hijo a las nueve y media, va y me dice, papito, papito, éntrate que hace mucho frío. Y ahí caché que estaba mal, eso fue significativo para empezar a hacer el cambio de timón. Mi motivación era una cuestión inexplicable.
EL MUNDO ESPIRITUAL
En la época de la agencia, cuando trabajaba en gráfica 3D, tuvo un ejecutivo de cuentas argentino, que les llevaba clientes, fundador del Instituto Filosófico Hermético de Argentina, además de sensei en karate. En la dinámica, Hernán lo fue tomando como su maestro en el mundo espiritual, relata:
“Se llamaba Gustavo Españolo, partí con él en clases de autoconocimiento y clases de la escuela hermética, ahí conocí los principios del Kybalión. Revisamos todos los hechos más antiguos de mi infancia que recordara y empecé a reescribirlos de forma impersonal. Una escuela chamánica en la línea de Carlos Castaneda. En ese mismo tiempo se cumplió un ciclo y desarmamos la agencia, pero seguí trabajando solo. Luego me topé con el fuego sagrado de Itzachilatlán y todo el trabajo amerindio de las tradiciones nativas americanas, desde los indios Lakotas, hasta los Mapuches, en un libro que iba a hacer a Héctor Valdés que no resultó, ahí conocí a Claudio Heró, pareja de una prima que posó para el libro. Ellos eran los integradores del Camino rojo, el Camino chamánico o amerindio. En el fuego sagrado de Itzachilatlán conocí la ceremonia del tabaco y del temascal, ahí entré al corazón del mundo espiritual.
Es una tradición que viene de más arriba, del indio Lakota. Es la integración filosófico experiencial del águila con el cóndor andino, para recuperar el conocimiento de todas esas culturas y volver a lo esencial”.
- ¿Qué conocimiento se desprendió de eso puntualmente?- Como aprendí a salirme del cuerpo desde chiquitito, a salir astralmente y a viajar, se me fue ordenando todo lo hacía en forma inconsciente, fui tomándole el peso al ser humano y a llevar una vida silvestre, organizando los procesos culturales, sociales y todo lo multidimensional que tenemos en cuanto a formación y a la definición de nuestro ser. Participé en esas escuelas y en otras, las que me dieron herramientas para saber quién era yo.
- ¿Y quién es Hernán?- En ese momento no sabía quién era, sabía que pintaba y pintaba bien, hasta que un día mi sensei me dice ¿Y para qué pintas? Para devolver los talentos, le dije. No, acentuó ¿para qué pintas? Y ahí me incomodé, me enderecé, nos miramos y nos reconocimos. No sabía que era una necesidad, como para la mayoría de los artistas. ¿Para qué? ¿Para qué? Pasaron varios años hasta que descubrí para qué. No solamente era un trabajo de introspección, sino también era un Dharma. Sabía que en algún momento, todo lo que estaba integrando y aprendiendo de distintas corrientes filosóficas y metafísicas, se expresaría con coherencia, por códigos de belleza, por códigos de ascensión o por distintas interpretaciones de la ciencia y el espíritu. Enfocado en la teoría cuántica, hablando de Tesla y de la gente que reúne ciencia con espíritu, busqué explicaciones en una época donde no sabía para dónde iba la vida.
- ¿Tiene conexión la enseñanza espiritual con el arte?
- En mi lenguaje plástico sí. Lo mío es tratar de que tu esencia quede plasmada en tu visualidad y lo que le entregas al mundo sea más consciente, donde todas mis formas y colores viajen con el receptor para que ejerza su propia libertad, sin importar el artista. Nosotros creemos que este planeta cárcel es la libertad, pero eso no es así, no existe la democracia, todo está manejado por cuatro familias y se acabó
- ¿Los que no tienen talento se convierten en conceptualistas?
- Totalmente, eso te lo doy firmado.
- ¿Hay arte ahí?
- Hay intelecto, no sé si arte.
- ¿El arte se maneja desde el intelecto solamente?
- A mí no me resulta. A otros sí les resultará. No es mi camino.
- ¿Crees que la libertad está en la mente y no en la realidad?
- Sí, está en la mente. Ahí entramos a una zona metafísica, porque con tu mente puedes enderezar tus propios huesos.
Lo más importante es que pinto para mí, para poder tener una vida decente, un taller ojalá con una nave más para poder hacer mis esculturas. Lo único que sé, es que trato de ser libre dentro de este juego. Es súper difícil, tú sabes que es difícil.
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